12 mar 2016

Recuperando el romanticismo en los superhéroes

Por Doyle
Esta vez quisiera hablaros de un par de comics que quizás pasen a la posteridad como dos auténticas joyas de los ultimos 20 años, el tiempo lo dirá.
Antes de nada quisiera poneros en situación, seguramente tratándose de una moda iniciada a raíz del éxito en los 80 de obras como V de Vendetta y Wachtmen de Alan Moore o el Regreso del Señor de la Noche de Frank Miller, que supusieron un punto de inflexión dentro de la industria del comic y en las que pueden apreciarse una progresiva desmitificación del arquetipo de superhéroe.
Desde entonces muchos artistas del género empezaron a explotar (de manera casi compulsiva) la figura del anti-héroe, ese personaje que opera con la premisa de que el fin justifica los medios, sin importarle mucho las consecuencias (tómense como ejemplos Lobezno, el Castigador o Veneno en Marvel, El Juez Dredd o Catwoman en DC,  Hellblazer en Vertigo o Spawn en Image por poner algunos).
Ocurrió también que el género de superhéroes perdió fuerza, los niños que comprábamos esos tebeos los domingos en el kiosko de nuestro barrio de repente habiamos crecido, y ya no queriamos leer historias infantiles en las que el bien siempre triunfaba sobre el mal o en las que el protagonista siempre rescataba a la chica. Queríamos héroes más complejos llenos de matices e historias mejor estructuradas, en definitiva; nos hacíamos mayores y queríamos que nuestros comics también lo hicieran. Pues bien, queríamos muchas cosas y por nuestros pecados nos las concedieron.
Los 90 fueron una pésima década para los superhéroes, hubo un boom de comics con personajes siniestros y decadentes, historias vacías sin sentido llenas con altas dosis de violencia en las que apenas se podía distinguir al protagonista del villano. O en su defecto, se publicaban obras cuasi-independientes de autores pseudo-intelectuales con ínfulas renovadoras del género que escribían tramas laberínticas de índole introspectiva, tan entretenidas como leer un tratado sobre la migración de los moluscos bivalvos.
Y ocurrió lo insospechado, el que suscribe este artículo se saturó, estaba harto de leer más de lo mismo una y otra vez, parecía que hacerse mayor y leer obras complejas dirigidas hacía un público adulto ya no tenía nada de divertido ni de sorprendente. Faltaba algo en la esencia de esas historias, algo se había perdido... pero gracias al cielo aparecieron de la nada mis salvadores (y el de alguno que otro más supongo).
Portada de un Alex Ross en estado de gracia
Con Kurt Busiek en la máquina de escribir y un magnífico Alex Ross en los pinceles, dieron vida a Marvels en 1994, aunque no llegó a mis manos hasta algunos años mas tarde (probablemente en 1999). Serie limitada de 4 números creada para la todopoderosa Marvel, su argumento se resume básicamente en como veríamos la gente normal a los superhéroes si realmente existieran y tuviésemos que convivir con ellos. Además trata de hacer un homenaje a los más importantes arcos argumentales de La Casa de las Ideas (no olvidemos que esta es una obra por encargo y no de autor como de la que hablaré a continuación).  Aún así este es un comic que devuelve la originalidad y frescura al maltratado género superheroico, al terminar de leerlo pensé que, sin ser algo completamente prodigioso, estaba hecho con profundo amor y respeto.


Portada del especial 1/2 con una conmovedora historia en su interior
 
Al año siguiente en 1995 llegó Astro City y el resultado fue todavía mucho mejor. Da la sensación de que es la obra que realmente querían hacer sus autores sin tener la presión de la industria encima (en España como siempre no se publicó hasta bien entrado el año 2000). En ella se repite la estructura principal de homenajear al género de superhéroes pero esta vez, las historias se tratan desde un punto de vista más intelectual y con un enfoque de los personajes mucho más humano.
La trama se basa en distintas historias cuyos narradores son los propios protagonistas: superhéroes, supervillanos y como no, gente común; su nexo de unión: vivir en la enorme ciudad del mismo nombre. Durante el transcurso de la trama, se analizan los problemas personales de cada protagonista (tengan poderes o no) y su reacción al tener que convivir con ellos.
Cabe decir que este es uno de mis comics favoritos en esta nueva etapa "de madurez", precisamente por todo lo contrario, por la pureza de sus historias y personajes.
He de confesaros que el vol. 3 todavía no he llegado a leerlo, quizás porque es una serie nada regular que ha tenido multitud de parones en el tiempo y diversos cambios de editoriales: Image Comics (1995-1996), Homage Comics (1996-2004), Wildstorm (2004-2010) y finalmente mi adorada Vertigo (2013 -2016).  Aún así, está tan cuidada por sus creadores, que puedes leerla y releerla tranquilamente sin saber si fue escrita en 1996, 2006 ó 2016.
Como reflexión final os diré que con el paso de los años vas llegando a la conclusión de que en la vida nos pasó como con los comics, llegó una edad en la quisimos crecer demasiado deprisa y se nos olvidó por el camino lo más importante; disfrutar de las maravillas de la niñez, del tesoro de la inocencia y de la capacidad de ilusionarnos con las pequeñas cosas, como por ejemplo, los héroes de nuestra infancia.

Pues bien, al leer estas dos magníficas obras, sentí que podía disfrutar de todo ello de nuevo, esta vez, por fortuna o por desgracia (eso lo dejo a vuestra elección), ya como un adulto.

2 comentarios:

Eva dijo...

Super-D! Me encanta!

Eva dijo...

Super-D! Me encanta!