24 mar 2019

De musicales y conciertos por Madrid

El musical "El jovencito Frankenstein" fue creado por el autor de la película de título homónimo, Mel Brooks ante el enorme éxito cosechado con el film. Repitió la misma jugada que en 2001 le había salido tan bien con otro film suyo "Los productores" (musical que, asimismo, ha tenido adaptación cinematográfica).
"El jovencito Frankenstein", versión española, es uno de los musicales que actualmente lucen la Gran Vía madrileña. Producida por SMedia, se mide ante el todopoderoso "El Rey León" y a "Anastasia", ofreciendo algo distinto: humor. Siendo extremadamente fiel al film de Brooks, humor grueso incluído, y con un atrezzo (250 cambios de vestuario), decorados y efectos visuales más que destacables no brillará por sus canciones, (divertidas, sin duda) ni por sus coreografías (que no están mal) sino por la descabellada historia y su hilarante desarrollo, las interpretaciones y el enorme mérito de todos en ofrecer un entretenimiento de primera. Destaco al protagonista, Víctor Ullate Rolle, digno hijo de su padre, el famoso coreógrafo Víctor Ullate y su madre Carmen Roche, otra destacada bailarina. Mucho mérito para Albet García, bailando claqué, como el Monstruo y a Marta Ribera, como la prometida del doctor, toda una veterana a la que ya pude ver en Cabaret como Sally Bowles y en Grease como Rizzo. Un buen rato que no se olvida.

"El jovencito Frankenstein
Libreto original: Mel Brooks y Thomas Mehan. Música: M. Brooks. Adaptación: Esteve Ferrer y Silvia Montesinos. Dirección: E. Ferrer. Director musical: Julio Awad. Escenografía y vestuario: Felype de Lima. Iluminación: Juanjo Llorens. Sonido: Javier Isequilla. Peluquería, maquillaje y caracterización: Olaya Brandón. Coreografía: Montse Colomé. Principales intérpretes: Víctor Ullate Roche, Marta Ribera, Jordi Vidal, Cristina Llorente, Teresa Vallicrosa, Albert Gracia, Pitu Manubens, Gerard Mínguez. Madrid. Teatro de la Luz EDP.
Como cada año, La noche de Cadena 100 volvió a llenar el Palacio de los Deportes de Madrid y siempre por una buena causa, en este caso a beneficio de Manos Unidas y un proyecto en Senegal. La telonera del concierto fue la, para mí, desconocida Marta Soto. Mostró desparpajo ante un público que estaba más pendiente de los artistas que la seguirían.
Si bien fueron las solistas femeninas las que dieron empaque a la celebración, las actuaciones más animadas correspondieron al grupo Taburete y Morat, grupo colombiano que recoge la mejor tradición popera venida desde América, tienen un aire a Tequila, salvando las distancias y los tiempos. También levantó al público la participación de Diego Torres, con su "Color esperanza" en una versión acompañado sólo por un guitarra.
Pero decíamos que destacaron las mujeres. La más llamativa (en todos los aspectos) fue Ana Guerra, triunfita que hizo bailar a todas las adolescentes y que parece ya una solista más que consolidada con su estilo sexy y pegadizo. En las antípodas está Vanesa Martín, la más "reivindicativa" y, con un estilo digamos que pausado, me llamó la atención por la belleza y elegancia de su voz... y de ella misma. Rosana le puso sus habituales ganas, una canción a dúo con Ana Guerra y otra su ya famosa "Llegaremos a tiempo", muy oportuna dado el objetivo del concierto. Continuando con los dúos, Marta Sánchez (que protagonizó la anécdota de la noche) y Carlos Baute cantaron un par de temas de sobra conocidos por todos "Colgado en tus manos" y "Te sigo pensando".
Los platos fuertes, sin embargo, fueron tres solistas. Primero el escocés Tom Walker, que cantó su famoso "Leave the light on" y un par de temas nuevos. Laura Pausini, artista más que contrastada, siempre amable y agradecida para con el público, quien nos presentó al letrista de varios de sus éxitos, Biagio Antonacci, con el que cantó un tema a dúo.Y para acabar Manuel Carrasco, que no es precisamente mi artista favorito pero que era indudablemente la estrella del evento que él se ocupó de cerrar cantando cinco temas.
Finalizando, destacar el tono familiar del evento, muchos niños y adolescentes acompañados de sus padres (sobre todo madres), a lo que invitaba lo heterogéneo del cartel y lo prudencial de la hora a la que terminó (23h). Un agradable concierto, que tuvo buen ritmo y una acertada organización. Si acaso ponerle un pero al sonido pero todavía está por ver que vaya a un concierto y eso esté a mi gusto ¿seré raro?.

8 mar 2019

El cinéfilo nostálgico

Welles, Bogdanovich y Huston en el rodaje de "The other side of the wind"
Aunque ha estado de nuevo en el candelero recientemente con el proyecto inacabado de Orson Welles “The Other Side of the Wind” y fue "resucitado" por la TV gracias a su papel de psicólogo en la serie "Los Soprano", Peter Bogdanovich (Kingston, Nueva York, 1939) es un cineasta al borde de la retirada, que lo tuvo todo para volver a la nada. Quizá su situación actual, director venerado por la nueva cinefilia; su labor encomiable de historiador (es un auténtico erudito del cine, incluyendo la etapa muda) y su propia experiencia como personaje que se codeó con el viejo Hollywood (Orson Welles, Cary Grant, John Huston, John Ford o Howard Hawks fueron amigos suyos) le hacen un personaje realmente interesante y necesario hoy que el cine parece no tener memoria.
Pero centrándonos en su filmografía, Bogdanovich es el perfecto ejemplo de cineasta del "Nuevo Hollywood" surgido a finales de los 60, además de uno de los grandes creadores que surgieron alrededor del productor Roger Corman, al cual siempre ha estado agradecido por darle la oportunidad de estrenarse en el cine aunque fuera con dos filmes de serie "B" como fueron "Viaje al planeta de las mujeres prehistóricas" (en realidad casi "Z") o "El héroe anda suelto" (ambas de 1968).
Bogdanovich y Karloff... ¿como Ed Wood y Bela Lugosi?
Esta última es una rareza en la filmografía de Bogdanovich pues está adscrita al género del thriller de psicópatas pese a lo cual es profundamente personal y una película excelente. Aquí el director (que interpreta precisamente a un joven cineasta) muestra una sociedad hipócrita, falsa, aparentemente feliz, como la familia del protagonista (un magnífico Tim O'Kelly) quien tiene una fetichista predilección por las armas. Por otro lado está una vieja gloria del cine (Boris Karloff, en un personaje casi autobiográfico), quien parece decidido a dejar el cine pues se siente cansado y fuera de sitio. La película se abre con una proyección de "El Terror" (Roger Corman, 1963) y termina con una mantanza en un autocine: no hay mejor descripción del cambio en el cine, del giro en la sociedad y en la cultura. Bogdanovich fue uno de los primeros en verlo venir y mostrar sus simpatías por lo clásico. Pese a algún pasaje paródico, Karloff es el hombre digno, íntegro, que se encuentra ante una sociedad amoral, su actitud decidida y valiente al final es toda una declaración de intenciones.
Paradójicamente, pese a ser un director que veneraba a los cineastas-autores, Bogdanovich se hizo famoso por dirigir un guion de otro, concretamente la adaptación del propio autor: Larry McMurtry.
McMurtry, ganador el Pulitzer en 1985, es un escritor con una estupenda relación con el cine y los Oscar, pues "La fuerza del cariño" (1983) basada en otra obra suya, ganó cinco. Él mismo ganó otro por co-escribir el guion de la célebre "Brokeback Mountain" (Ang Lee).
"La última película" (1971), film en B/N, es un ejercicio de estilo de Bogdanovich pues más que conocer el entorno en el que ocurre la acción (un pueblecito de Texas), se limita a describir con brillantez la obra original. Bottons y Bridges hicieron el resto, eso sí, aquí el todavía joven cineasta demuestra su maestría como director de actores, mostrando algo que continuamente se vería en su filmografía: la reverencia y respeto por los artistas más veteranos, destacando aquí Ben Johnson. Obra melancólica, muy dramática y desesperanzada, "La última película" es un film que duele por lo que sufren los personajes y por la falta de respeto que padecen los más débiles, en especial el chaval sordomudo, objeto de la vileza de los más mezquinos. Hay mucha verdad en ella, mucha tristeza pero también una gran ternura.
"¿Qué me pasa, doctor?"
Como era de esperar, Bogdanovich se decidió en seguida a rodar un film con guion propio, en este caso co-escrito por Robert Benton, Buck Henry y David Newman, en el que homenajeaba a su amigo Howard Hawks. Se trata de "¿Qué me pasa, doctor?" (1972) comedia alocada tan del estilo clásico que uno parece estar viendo "La fiera de mi niña" (1938) o "Me siento rejuvenecer" (1939) pero ambientada en nuestros días. De ritmo creciente, con diálogos agudísimos y secundarios más que perfectos, Bogdanovich ofrece una hilarante comedia de esas que no importa ver mil veces. Por quedarme con algo, la tronchante escena de la habitación de hotel y la memorable (y costosa, se llevó 1/4 del presupuesto) persecución por las calles de San Francisco, que culmina en un "jucio"desternillante por mor del amargado juez (Liam Dunn) quien descubre con estupor quién es la causante de todos esos desastres (Barbra Streisand). En tono anecdótico resaltar que aquí comienza una "relación" del director con varios actores que repetirían en sucesivas películas: Ryan O'Neal, Madeline Kahn, Randy Quaid o John Hillerman.
"Luna de papel"
"Luna de papel" (1973), rodada en el mejor momento de su carrera es, para mí, una de sus mejores películas y la que mejor define lo que Bogdanovich entiende qué es el cine. Comedia dramática, rodada en un impecable B/N, fotografiado por Lazslo Kovacs, cuenta la historia de un timador (Ryan O'Neal) quien se hace cargo a regañadientes de la hija de una ex-amante. La niña, una memorable Tatum O'Neal, acaba resultando un gancho perfecto para sus triquiñuelas y juntos emprenden un viaje en coche(s) por el medioeste americano de la Gran Depresión, todo contado con el perfecto equilibrio entre elegancia y realismo. Hay comedia, hay drama, hay ternura pero sobre todo hay cine de primer nivel. A medio camino del ejercicio de estilo y la obra personal, "Luna de papel" tiene la enorme virtud de entretener y llegar al corazón sin discursos y ñoñerías, con verdades y personajes auténticos, pues incluso los que parecen caricaturas (Maleine Kahn) tiene su momento de redención. Una obra magistral, que supone el cenit de su director.
Tan rápido subió Peter Bogdanovich como bajó. Centro de la prensa del corazón por su matrimonio con la también actriz y modelo Cybill Shepherd, trató de convertirla en una estrella contra el consejo de muchos amigos quien no veían en ella la genial actriz (y cantante) que él creyó ver. Rodó para ella primero "Una señorita rebelde" (1974), adaptación de "Daisy Miller" del prestigioso Henry James, y en 1975, el lujoso musical "At long last love" con música de Cole Porter y co-protagonizada por Burt Reynolds. Ninguno dio un duro en taquilla y perdió el favor de los exégetas del cine. El desastre se consumó en 1976 con "Así empezó Hollywood", en el que trató de recuperar el éxito con los entonces taquilleros Ryan O'Neal y Burt Reynolds en una comedia sobre los inicios del cine. Quiso rodarla en B/N pero ya no tenía capacidad para decidir. El resultado fue el mismo que con las anteriores.
Gazzara, Hansen y Hepburn en "Todos rieron"
Tras unos años de parón obligado, divorcio incluido, Bogdanovich trata de recuperarse, sin éxito, con "Saint Jack, el Rey de Singapur" sobre la vida del dueño de varios burdeles en la capital asiática. No puedo opinar sobre ella, no la he visto. En cambio, sí puedo hablar de "Todos rieron" (1980) película llamada a ser la resurreción del director, en la que logró sacar de su retiro nada menos que a Audrey Hepburn. Con un un equilibrado reparto (Ben Gazzara, John Ritter, Patti Hansen ) Bogdanovich nos regala una agradable comedia neoyorquina en la que al final, todos ríen menos el público. Las idas y venidas de los detectives, los amoríos de una noche, las bodas in-extremis, todo resulta forzado. Para rematar, Manhattan parece sucia y oscura. Desgraciadamente para Bogdanovich su vida personal terminó por arruinar el posible éxito del film debido al asesinato de su entonces novia y co-protagonista del film, Dorothy Stratten .
"Máscara"
Aunque la carrera de Bogdanovich nunca volvió a ser lo que fue, todavía nos dejó una obra que a mí me maravilla: "Máscara" (1985). Basada en un hecho real, la vida de un chico llamado Rocky Dennis (Eric Stolz) aquejado de una rara enfermedad llamada lionitis o displasia craneodiafisal la cual desfiguró de manera grotesca su cara. El director neoyorquino logra un pequeño y difícil milagro en esta bellísima película y no es otro que resultar sensible sin ser sensiblero. La obra rezuma comprensión y melancolía ya que no hay un culpable (sólo la naturaleza) de la desgracia que sufre el protagonista quien trata de, con la ayuda de familia y amigos, llevar una vida lo más normal posible. La pena y el fatalismo van haciéndose con la cinta conforme avanza el metraje, incluido un romance frustrado con una chica ciega (una encantadora Laura Dern) hasta que sólo queda la desolación, el desconsuelo. Una vez más los actores están todos estupendos, siendo Cher galardona en el festival de Cannes por su interpretación de madre coraje, adicta, inestable y decidida.
Pese a las buenas críticas, "Máscara" fue otro fracaso, lo cual lleva al cineasta a rodar la comedia "Ilegalmente tuya" (1988), con Rob Lowe de discretísimo recorrido comercial. Quizás desesperado por encontrar un éxito, rodó en 1990 una tardía secuela de "La última película" titulada "Texasville", film que abandoné a los pocos minutos su visionado. Me parece que la ausencia del autor original en el guion (ahora enteramente de Bogdanovich) es un gran error aunque igual luego remonta y me lo perdí. 
El reparto de "¡Qué ruina de función!"
Pero como los grandes directores nunca pierden del todo el pulso, a continuación filma "¡Qué ruina de función!" (1992), una estupenda comedia, puro vodevil entre bambalinas, con un reparto extraordinario (Michael Caine, Christopher Reeve, Carol Burnett, Denholm Elliot, John Ritter, Julie Hagerty...) en el que Bogdanovich rinde tributo a los comediantes através de una obra de teatro en la que resulta ser más interesante lo que sucede fuera que dentro del escenario. Un film perfecto en lo que se refiere a propósito y objetivo conseguido, pues resulta entretenida, cómica y honesta.
Tras ella rueda "Esa cosa llamada amor" (1993), sobre los intentos de una joven cantante country (Samantha Mathis) por hacerse un hueco en la meca de ése tipo de música: Nashville. La película resultó ser el último film del malogrado River Phoenix, y casi el debut de Sandra Bullock. Se ve facilidad, como casi todas las del director, pero le falta brío y auténtica emoción pese a que lo intenta, quizás porque el tema que trata es un poco extraño fuera de norteamérica. Para rematar esta fue, sin lugar a dudas, la película de menor recaudación de su carrera, pese a cosechar buenas críticas. Está llena de referencias cinéfilas, p.e. "La ventana indiscreta" (Alfred Hitchcock).
Los años siguientes son época de Sopranos, telefilmes y otra película "cinéfila" como "El maullido del gato" (2004) sobre Chaplin, Randolph Hearst y su amante, interpretada por Kristen Dunst.
Imogen Poots, todo un descubrimiento, en "Lío en Broadway"
Es más que probable que "Lío en Broadway" (2014) termine siendo la última película para el cine de Bogdanovich y, en cierta forma, no se me ocurre mejor colofón. Pensada para ser protagonizada por su buen amigo John Ritter, fue escrita a comienzos de los 2000 junto su entonces esposa Louise Stratten. El proyecto quedó postpuesto tras el repentino fallecimiento de Ritter mas el enorme aprecio que le tiene toda una generación de nuevos cineastas produjeron el milagro. Wes Anderson y Noah Boumbach ejercieron de productores ejecutivos y esto sirvió para que actores como Jennifer Aniston (que está estupenda) u Owen Wilson (su personaje se parece mucho al de "Midnight in Paris" de Allen) se unieran al elenco y le dieran cierta notoriedad. Bogdanovich da pequeños papeles a viejos amigos como Cybill Shepherd, George Morfogen (repite el papel de "Todos rieron"), Austin Pendelton, Tatum O'Neal y un cameo sin acreditar de un famosísimo director. En esta entretenida comedia, que parece un cruce entre "Todos rieron" y "Qué ruina de función", con mejores resultados que la primera y peores que la segunda, el ritmo de la mejor "screwball comedy" clásica y el más hilarante Woody Allen se dan la mano. Una elegante ¿despedida? del cine de ficción de un director imprescindible que hizo del amor al séptimo arte, su vida. Gracias Peter por tantos buenos momentos.
Referencias:
- "Moteros tranquilos, toros salvajes" Peter Biskind Anagrama. 2004.