20 abr 2024

¿Quieres vivir para siempre?


John Milius (San Luis, 1944) no es un director de cine, no es un guionista, ni siquiera es una personalidad de Hollywood. John Milius es Harry Callahan, Jeremiah Johnson, Dillinger, El Raisuli, Ben Walker... pero, ante todo es Conan. 
Sí, ya sé que Conan es hijo literario del gran Robert E. Howard pero el "Conan" de Milius, aun siendo respetuoso con el original, está impregnado de su forma de ver la vida, de su filosofía y de sus creencias y, al coincidir en mucho con el autor tejano, tenemos una perfecta unión de talentos.
Tras una lapidaria frase de Nietzsche "Lo que no te mata te hace más fuerte", la película comienza con la insuperable música de Brasil Poledouris, y la imagen, junto a los créditos, de la forja de una espada. El acero y su dominio será un tema clave en el film, y el padre de Conan así se lo explica a su hijo. A continuación viene una escena  como es Milius, brutal y sincera. Una matanza en un poblado, el joven Conan (Jorge Sanz) ve como el malvado Doom Thulsa (inquietante James Earl Jones) acaba brutalmente con la vida de su madre (Nadiuska). Luego, con una sucesión de imágenes encadenadas vemos la transformación física  (que será también psicológica) del protagonista en un hombre de físico espectacular (Schwarzenegger, nacido para el papel), lleno de ira y con sed de venganza. 
Tras curtirse en batallas a vida o muerte, cual gladiador, es liberado por su amo, el cual le ha dado una educación y unos conocimientos que le servirán en la vida. En su huida de uno lobos, Conan descubre una tumba, produciéndose una epifanía en la cual el protagonista pasa de ser presa a depredador ¿no dice Nietzsche "el hombre es un lobo para el hombre"? Aquí vemos una de las excelentes elipsis que se despliegan por todo el metraje: Conan sale de la cueva, sostiene la espada del Rey y a continuación le vemos pasearse vestido con las pieles de los lobos. 
A continuación uno de los momentos míticos del film: el encuentro con la bruja, la cual da pistas sobre la localización del malvado Doom pero a cambio quiere cobrárselo en carne, escena resuelta con unos efectos especiales tan discretos como efectivos. 
Hasta ahora el protagonista no ha tenido contacto real con nada, cosa que cambia en adelante, primero entabla amistad con Subotai (Gerry Pérez), un pícaro ladrón que le anima a unirse a él. Cuando llegan a la ciudad nos encontramos con un cambio de tono en el film, menos seco, más ligero.
Momentos de humor nada fino, como cuando un ebrio Conan deja KO de un puñetazo a un camello que no quiso apartarse de su camino. O el encuentro con Valeria (Sadahl Bergman) mujer que también quiere robar en la torre de las dos serpientes. Valeria es todo un descubrimiento para el protagonista: no es una mujer sumisa, es hábil y fuerte, además de muy bella, Conan queda prendado de sus encantos. 
El bárbaro y sus amigos deciden disfrutar de su botín mas pronto descubren que lo pagarán caro. El rey Osric (Max Von Sydow) les llama a su presencia pero no para castigarles sino para que rescaten a su hija (Valerie Quennessen) de las garras de una secta liderada, casualmente, por Thulsa Doom. Osric reflexiona sobre el verdadero valor de las riquezas en un monólogo memorable.
Aquí vendrá el primer y fracasado intentando por lograr entrar en la guarida de Thulsa, con toques humorísticos en principio y finalmente dramáticos. Thulsa le muestra la superioridad del poder de la carne (genial monólogo de Jones) sobre el acero. Crucifixión y resurrección del héroe, todo muy simbólico a la vez que estéticamente bello: exhibición corporal de Arnold y de los escenarios almerienses. Ahora se producen las proféticas palabras de Valeria, ofreciendo su vida a cambio de su resurrección, en un ceremonial realizado por el narrador y mago (Mako Iwamatsu).
Conan logra, esta vez sí, con la ayuda de Subotai y Valeria, rescatar a la hija del rey más paga un alto precio: la vida de su amada. La escena del entierro es épica, simbólica (Conan se quita su colgante para ponerse el de ella) y con diálogos tan escasos como excelso "Él no llora, yo lloro por él".

La batalla final es un juego de estrategia, valentía, brutalidad y magia, pues regresa Valeria, convertida en Valkiria (Wagner, Nietzsche en la memoria) para recordarle su célebre frase y salvarle la vida. 
El epílogo es la demostración del poder del acero sobre la carne, con la cabeza de Thulsa Doom rodando por las escaleras y el fin de su secta.
Una obra perfecta, cumbre de su realizador, del compositor y con un reparto extrañamente adecuado; culturistas, ex jugadores de fútbol americano (Ben Davidson), surfistas (Pérez), bailarinas (Bergman)... actores españoles y de otras nacionalidades todos perfectos, todos adecuados, pues Milius no es solo un gran guionista y hombre de acción, es un cineasta con mayúsculas.