13 jun 2022

Leer fantástico

 Leer, si te gusta, es fantástico pero si lees género fantástico es todavía más fantástico. Asín deque vamos a hacer unos modestos comentarios sobre tres obras del género, noveles no muy largas, asequibles al lector vago (yo) y que ofrecen mucho entretenimiento y desconexión de la vida diaria. Cada cual que interprete esto como quiera. Vamos (al más) allá. 

Adaptación cinematográfica de 1973, "La leyenda de la casa del infierno" de John Hough

La casa infernal, Richard Matheson (1971)

Matheson es uno de los escritores favoritos de un servidor y, por cosas de la vida, jamás había leído una de sus novelas, limitándose mi conocimiento del autor a su prolífica producción de relatos cortos, todos buenos y algunos ("La niña perdida", "Tercero después del sol", "Hijo de sangre") magistrales. "La casa infernal" es uno de los raros casos en los que el autor de Nueva Jersey no mezcla géneros, por mas que haya un poco de todo esta novela. 

Un millonario moribundo quiere investigar la posibilidad de que exista vida después de la muerte y para ello contrata a un parapsicólogo, su esposa que decide acompañarle y dos médiums para que pasen unos días en la considerada casa más embrujada del mundo, la Casa Belasco, en la cual, de creer las viejas historias, se produjeron todo tipo de perversiones y abusos durante los años en los que su libertino dueño decidió encerrarse allí junto a un grupo de sus acólitos. Poco a poco, la casa va haciendo estragos sobre sus visitantes en forma de apariciones, posesiones, visiones y fenómenos paranormales, afectando a cada uno de ellos de manera diferente: al científico, le hace dudar sobre la propia ciencia; a su esposa, sobre su sexualidad (los momentos más turbadores de la novela), a la médium, de sus propios poderes para contactar con lo sobrenatural y, finalmente, a Benjamin, único superviviente de una anterior expedición, obligándole, precisamente, a contactar con ellos cuando no quiere. 

Matheson no inventa nada nuevo, todo hay que decirlo, en el tema de las mansiones encantadas mas añade al tema una modernidad (años 70 del siglo XX), por ejemplo, la casa tiene una piscina y una sauna, lo que permite nuevos escenarios siniestros... y peligrosos, lo que convierte al libro en una obra realmente adictiva, llena de sorpresas, a veces truculenta y realmente terrorífica por las vívidas descripciones. Al contrario de lo que suele ocurrir con el género de terror en general, su final es, para mí, excelente, no deja cabos sueltos y ofrece una resolución tan espectacular como satisfactoria.

Como único pero cabría ponerle el hecho de que Matheson trate, por todos los medios, de conjugar una explicación científica, con una fantástica, pero eso ya queda a gusto del lector.  

Debora Kerr en la adaptación de 1961, "Suspense". Dirige, Jack Clayton

Otra vuelta de tuerca, Henry James (1898) 

Sin ser otra novela de "casa embrujada", "Otra vuelta de tuerca" es una historia en la que casi todo sucede en una gran mansión y en sus alrededores, como por ejemplo un lago y un gran jardín. Aquí James crea un clásico de la novela pero no tanto del fantástico como del misterio pues la gran virtud de la obra está, como se ha dicho siempre, en su ambigüedad.

La historia, de sobra conocida, narra la estancia de una joven institutriz, joven soltera de veinte años, a la que un potentado viudo contrata para el cuidado de sus dos hijos, Flora, un angelical niña de ocho años y Miles, a ojos de la narradora (ojo al detalle) un encantador niño de diez años que, sin que quede muy claro el motivo, ha sido expulsado del colegio donde estaba interno. Pero donde está realmente la originalidad de la novela no es tanto en esa famosa ambigüedad como en el estilo de la narración: Aunque la narradora es la institutriz, quien realmente cuenta todo es Douglas, un hombre que ha recibido el realto de puño y letra de la joven y que, visiblemente turbado, cuenta la historia a un grupo de amigos. Esa historia dentro de una historia, para mí, es bastante original y le da esa real "vuelta de tuerca" a todo lo leído. 

Matheson seguró que tomó nota de la turbia relación entre la anterior institutriz, la señorita Jessel y el brutal Peter Quint, auténticos malvados de la función que, al estar muertos, resultan aún siniestros pues, ¿son ellos o es la imaginación calenturienta de la narradora? ¿realmente la anterior institutriz murió? ¿qué juegos se traen los niños entre ellos? ¿es Miles víctima o un malvado desequilibrado?

He de decir que lo que menos me gusta es el final, no por dejar todas incógnitas abiertas al lector, ahí lo dejo. 

Charlton Heston en "El último hombre... vivo"(1971) de Boris Sagal

Soy leyenda, Richard Matheson (1954)

Y cerramos con otro clásico y, de nuevo, con el maestro Matheson esta vez metido completamente en el género de la ciencia-ficción. Por sorpresa y, en parte, gracias a su final, una obra muy por encima de cualquiera de sus adaptaciones cinematográficas. 

 Una pandemia provocada por uan guerra bacteriológica ha dejado la Tierra sin seres humanos, aunque no del todo. Algunos de ellos sobreviven con un comportamiento semejante al de los vampiros, muertos que "resucitaron" al contraer la bacteria causande de este apocalipsis. 

En Los Ángeles vive Neville, un hombre curioso e ingenioso que gasta las horas de luz patrullando por los desérticos barrios cercanos a su casa, en busca de gasolina, víveres y otros seres humanos, si los hay. Trata de investigar sobre la bacteria, qué remedios o curación posible tiene haciendo acopio de libros científicos y de su sentido común. Por otro lado, la muerte de su esposa, de su hija y su propia soledad le llevan cuestionarse su propia cordura hasta que aparece una mujer en su vida que lo cambia todo. 

Estoy tentado de contar los (muchos) cambios con respecto a los films protagonizados por Charlton Heston y Will Smith (no he visto la de Vincent Price, al parecer más fiel) pero la historia es muy distinta, y el final, del que toma su título, aún más, y no merece la pena aguarle la fiesta al curioso lector. Esto va a favor de la novela, como todas las historias de Matheson entretenida pero con enjudia, imprevisible mas reflexiva, que sabe en qué momento conviene la acción y en cual la calma. Por otro lado, hay que reconocerle al séptimo arte que ha sabido captar perfectamente la soledad, el desamparo y la desesperación de ese hombre que es el último en su especie, una leyenda. 

Bueno, pues si no conocen estas obras, a leer. O no, que a veces hay cosas en la vida que merecen mucho más nuestra atención que un libro. Buen verano a todos.