28 oct 2015

Personajes marginales

Los seres marginales, al margen de la sociedad, que buscan ser aceptados (o no), suelen ser los personajes favoritos de Alan Moore para sus obras. De ellos tratan las dos que paso a comentar a continuación, ambas con orígenes y formas muy distintos pero que en el fondo tratan de lo mismo: seres humanos (o casi) que pretenden vivir su vida y sus sueños pese a encontrarse con cientos de impedimentos en su contra.
Fashion Beast (2012)
Originariamente un guión de Alan Moore para el cine como encargo del mánager de (entre otros) los Sex Pistols, Malcolm McLaren, no ha visto la luz hasta hace bien poco. Aunque el guión del tebeo no sea enteramente de Alan Moore (Anthony Johnston es el responsable final), éste ha supervisado todo el proceso y, al parecer, casi todos sus diálogos han sido transcritos tal cual. Lo dejo aquí para que si alguien se siente decepcionado no le eche la culpa a los coaboradores, ya que Moore parece intocable y el bueno de McLaren falleció antes de que el cómic viera la luz.  
No es que la trama no sea interesante, ni que incluya detalles llamativos (la ambigüedad sexual de sus dos protagonistas, la moda como negocio, la manipulación del creativo) pero es que, no sé si por culpa mía, me acaba importando poco el asunto pese a que el autor crea un futuro de esos que tanto le gusta, con una pizca de steampunk y futuro postguerra nuclear (nucelar). Quizás, como la moda, acabe pareciendo superficial sin quererlo. 
La saga de los Bojeffries (reedición, 2015)
Jobremus Bojeffries es un padre de familia normal, pero salvo su hijo nadie de los que vive en la residencia Bojeffries, sita en un barrio obrero de la insdustriosa ciudad inglesa de Northampton, es lo que entenderíamos por "normal": su hija es una histérica inmortal que no soporta a ningún ser humano; el tío Raoul Zlüdotny es un hombrelobo; el tío Festus, un vampiro y el abuelo y el bebé...no sabría cómo describirlos porque tampoco tienen una forma física "normal". Ellos viven en una vivienda de ayuda social, no han sido capaces de pagar el alquiler desde la época Victoriana y se encuentran con distintos problemas en su quehacer cotidiano. Asistimos a la absurda (y divertida) visita del cobrador del ayuntamiento, a la cena de Navidad de la empresa del tío Raoul, a sus vacaciones en un cutre cámping... A primera vista parecen una familia tipo Monster o Adams, pero su condición de británicos y su pertenencia a las clases bajas les hace especiales.
Muy destacable y esperada reedición de este clásico que apareció en los años 80 en la desaparecida revista Warrior, quizá el trabajo más personal de Alan Moore, con Steve Parkhouse al lápiz y tinta, por lo que tiene de autobiográfico (es natural de Northampton) y por el cariño con el que mira a los personajes tanto principales como secundarios. Una pequeña genialidad, tan sencilla como brillante, que imagino no ha sido fácil de traducir al castellano, pues he intentado leer en inglés alguna historia y el argot que usan los personajes, añadido al negrísimo (y a los dobles sentidos) humor british. Una obra que quizás parezca menor en la monumental carrera del autor de "Watchmen", pero no que debería perderse ningún amante del buen cómic.
Menos interesante me parece el último capítulo, escrito ya en el S XXI y ambientado en la actualidad, en el que Moore nos cuenta qué ha sido de los personajes. La sonrisa se queda congelada, el humor se vuelve cruel y brutal. Quizás es Moore, al que los años han vuelto más escéptico y mire, como hacemos todos cuando cumplimos años, con peores ojos los tiempos actuales comparados con los pasados. 

9 oct 2015

Distopías y el cine independiente

Como suelo hacer de vez en cuando paso a comentar unas lecturas realizadas por un servidor en los últimos meses. Leer es bueno, decían en la "Bola de cristal", aunque yo sí aprecie a Thatcher y Reagan. Primero de todo un breve comentario sobre un libro de cine, luego sobre dos novelas que nos auguran un futuro no muy halagüeño, pero mientras una tiene visos de cumplirse la otra no deja de ser un tochazo sobre el futuro postapocalíptico (que si hay un apocalipsis, no debería haber nada más, también lo digo) de la civilización.
-Sexo, mentiras y Hollywood (Peter Biskind, ed. Anagrama) 
El autor del trepidante libro "Moteros tranquilos, toros salvajes" que contaba la fascinante y excesiva vida de los directores que revolucionaron el cine americano en los años 70 (Coppola, Scorsese, Lucas, Spielberg, ...), repite argumentación y libro-reportaje sobre la generación "indie" de los 90, contada por ellos mismos y encabezada por Steven Soderbergh ("Sexo, mentiras y cintas de vídeo"), Quentin Tarantino ("Reservoir dogs"), Gus Van Sant ("Mi Idaho privado") o David O. Russell ("Flirteando con el desastre") y los que se quedaron por el camino como Alexandre Rockwell o Allison Anders, no por casualidad autores de los dos peores capítulos de la infame "Four rooms" (1995). Lo más interesante del libro es, como ocurre con el anterior, las anécdotas y cotilleos: Tarantino dejó tirado a sus amigos de toda la vida, David O. Russell es un ogro, Robert Redford es un acomplejado porque no fue a la universidad...pero lo más valioso es la historia de MIRAMAX y la de sus dos fundadores, los terribles Bob y Harvey Weinstein. Una pareja de productores que revolucionó el cine independiente y de los que sólo habla bien Tarantino (a quien han producido todos sus filmes) y nadie más. Películas como "Scream", "Shakespeare in love" o "El paciente inglés" les dieron millones y fama... antes de llegar los malos tiempos. Mucho cotilleo de patio pero queda claro que la generación de los 70 es más interesante que esta de los 90.
-Sumisión (Michel Houellebeqc, ed. Anagrama)
"Sumisión" llegó a las librerías francesas el mismo día del trágico atentado contra la revista Charlie Hebdo y Houellebecq, acusado de islamofobia y de dar alas a la extrema derecha, afirmó: «No tomo partido, no defiendo ningún régimen. Deniego toda responsabilidad. He acelerado la historia, pero no puedo decir que sea una provocación, porque no digo cosas que considere falsas sólo para poner nerviosos a los demás.» Más allá de la polémica, el libro es una distopía que retrata de una manera verosímil la ascensión al poder de un partido Islámico, contado desde el punto de vista de un profesor (bastante vago por cierto) universitario.
Lo mejor de este magnífico libro no es esto, sino la elegancia y sutilidad con la que se nos cuenta como una persona de valores occidentales (y con una amante judía) va poco a poco sucumbiendo al nuevo régimen pero sin violencia, poco a poco, casi de manera "razonada" y dejando un poso de amargura y pesimismo en el lector. Sensacionales esas descripciones de las muchachas parisinas y su progresiva forma de cambiar en el vestir que nos dice más que cualquier crónica política.
Houellebeqc perdió varios amigos en el atentado a Charlie Hebdo, por eso esta historia alcanza aún más intensidad. Se le pueden permitir excesos pedantes, tan propios de los escritores franceses, porque su prosa es directa cuando debe y certera en la descripción de esa hipocresía y ese buenismo occidental que está llevando a una lenta decadencia a Europa. La sumisión del título.
-Kïmera (César Pérez Gellida, ed. Suma de letras)
Y de una novela magistral a otra que no lo es tanto pese a que ambas pretenden algo parecido: ofrecernos un relato sobre un futuro imperfecto. Pero mientras Houellebeqc es hábil, sutil y con muy poco hace pensar mucho, el autor vallisoletano ofrece una novela "aparatosa", ambiciosa, que toca muchos palos pero que fracasa porque no logra lo básico: ofrecer una historia que conmueva. Los personajes de esta distopía sobre un mundo post Tercera Guerra Mundial no transmiten nada, nos importan poco sus motivaciones, menos aún su "causa", todo ello mostrando una ideología ciertamente inquietante, pues para el autor la mejor forma de acabar con un gobierno totalitario es que una elite de rebeldes "salven" a la humanidad. Ellos tienen claro hacia dónde debe ir el mundo (el capitalismo y la codicia es el mal de todo, como no) y eso es así porque sí. Una novela que flaquea no tanto en su estructura (compleja pero bien resuelta) como en su mensaje, mil veces visto en otras historias del mismo género y sin ser tan tendenciosa. Ah, se me olvidaba, aquí los yankees son malos y tontos, los rusos buenos e inteligentes...¡Cuánta originalidad!