28 sept 2020

Ciclismo sin fuste


El "Zor" en Italia era "Gemeaz", un equipazo

Tras el sorprendente triunfo del esloveno Pogaçar en el Tour a uno le apetece recordar batallitas y buscar en el baúl de los recuerdos de un deporte muy maltratado en las últimas décadas por el gran público, abandonado ahora por las instituciones (hay que recordar que en 2006 en España había ¡15 equipos! profesionales, la mayoría con dinero público) y los patrocinadores y muy necesitado de nuevas estrellas como Pogaçar, Evenepoel o Bernal, quienes deben darnos espectáculo y alegrías en los próximos años. También estaría fetén que no se doparan y aunque todos sabemos que es un deporte "cabeza de turco" da la sensación de que no aprenden. 

Así que hoy vamos a divertirnos un poco recordando el lado más modesto, humilde, curioso y cutre de los equipos ciclistas, unos grupos deportivos con una idiosincrasia muy particular por su absoluta dependencia de patrocinadores, mecenas y grandes vueltas, que es donde se mueve realmente el dinero de los premios. Ahí vamos:

El madiot hay que reconocer que era bonito

El equipo de la cantante, De Kova Lejeune

En ciclismo hay patrocinios de todo tipo, desde marcas de ropa hasta pruebas de embarazo, pasando por cerillas incluso tapicerías (Ton Ton Tapis) pero lo que nunca hemos vuelto a ver es el caso de este extraño equipo francés de corta existencia (sólo compitió en la temporada 1973), cuya mecenas era una cantante llamada Miriam de Kova... ¿no les suena? Lógico, porque no vendió ni un disco. El resultado lo pagaron los ciclistas, que se quedaron sin cobrar parte de sus sueldos y el equipo desapareció en agosto de ese mismo año, sin siquiera acabar la temporada. Bueno, tampoco nos vamos a ensañar con los chicos, que sólo ganaron dos carreras menores en todo el año. De donde no hay...

Paul con sus chicos, en los primeros y mejores tiempos

En nombre del veganismo, Lynda McCartney Racing Team

Tras el fallecimiento de la mujer del beatle Paul McCartney, la empresa fundada por ella misma, Lynda McCartney Foods, especializada en comida vegetariana y vegana, buscó en cliclismo publicidad. Fue proyecto tan modesto como heterodoxo, pues obligaban a los ciclistas a llevar una dieta vegetariana. Hasta aquí todo bien, era un equipo de tres al cuarto, que sólo corría en Gran Bretaña con corredores de la tierra, en cuatro años sólo participó en una gran ronda (Giro 2000') con resultados poco destacables mas en 2001 llegó el desastre. Desde el año anterior, el ex-ciclista Julian Clark quiso que el Lynda compitiera internacionalmente pero para ello hace falta pasta. El día de la presentación de la temporada saca un madiot con dos nuevos sponsors: Jaguar y Jacob's Creek. Todo ok salvo porque ninguna de las dos marcas dieron permiso para ello. La UCI descubrió, además, que no tenían avales y que ni siquiera Lynda McCartney Foods había puesto un duro, sólo autorizaba a Clark a usar su nombre para buscar patrocinadores. La policía buscó a Clark para "aclarar" el entuerto y se lo encontró en un psiquiátrico bajo tratamiento. Corredores como Iñígo Cuesta, Martín Perdiguero, Juan Carlos Domínguez o un joven Bradley Wiggins se quedaron compuestos y sin equipo. Un día le preguntaron a Perdiguero cómo era capaz ser vegetariano siendo ciclista y contestó "fácil, no me pagaban, no tenía dinero para carne".


El timo del equipo ciclista, CHCS-Ciemar

Por desgracia, y como hemos visto en los casos anteriores, la picaresca y la falta de formalidad están a la orden del día, por lo menos hasta hace bien poco, en el mundo del ciclismo. En España no faltan equipos (Tulip, Wigarma) que terminaron su corta y azarosa existencia como el rosario de la aurora por culpa de los impagos y la poca seriedad de algunos gestores, rara vez de los patrocinadores, que muchas veces son tan timados como los ciclistas. En el caso que nos ocupa, un equipo ciclista español pero patrocinado por una entidad bancaria costarricense, la estafa no fue pequeña. Según se puede leer en un la desaparecida publicación ciclista "Meta2", a los corredores se les pagó dos meses con cheques aplazados, lo cual no se descubrió hasta marzo, lo que llevó a la inmediata desaparición del equipo en abril. Esta fugacísima estancia en el pelotón profesional termina con la carrera de algún veterano (Enrique Aja), el cambio a otra modalidad de otro (Jokin Mújica, se pasa al ciclocrós) o el regreso al campo amateur, como es el caso de un joven Abraham Olano, el cual, en ese mismo año 1992, termina la temporada en el Lotus-Festina e inmediatamente comienza una exitosa carrera con su posterior fichaje por CLAS. Aunque esa es, obviamente, otra historia.  

El equipo en su presentación en Valladolid y su corredor neozelandés A.J. Mortimor

Pagaron la novatada, Xerox-Filadelfia Lasers

Los 80 son sin duda los años del "boom" del ciclismo en América: ciclistas como el mejicano Raúl Alcalá, los colombianos Parra, Herrera o Rincón y los norteamericanos Andrew Hampsten y el mítico Greg Lemond. Y con ellos sus equipos: Varta (luego Café de Colombia), Ryalcao Postobón, Pony Malta o el famoso Seven-Eleven. Pero también hubo en esa época un modestísimo equipo, los Philadelphia Lasers, que se atrevió a competir en Europa cuando aquello era una aventura. Los Lasers eran un equipo destacado en la tierra de Ronald Reagan y ya tenían experiencia en grandes rondas: con el apoyo de la fábrica de bicis italiana Motta, participaron en el Giro del 84 con el nombre de Gianni Motta-Línea MD. La federación estadounidense de ciclismo trató de enviar al Seven-Eleven a la ronda española de 1985 pero entonces se corría en abril y al empezar justo después el Giro (que años después ganaría el propio Hampsten) prefirieron enviar a los "buenos" a la ronda italiana y estos chicos, gracias al patrocinio de Xerox, tuvieron su oportunidad. La novedad estaba en que tenían directora, Robin Morton, una mujer muy respetada en su país y que dirigía equipos desde 1983 pero que aquí no resultó bienvenida por ser... mujer. Al parecer en Italia ya sufrió boicot por parte de sus compañeros de profesión y aquí apenas tuvo relación con ellos. Su equipo, además, no dio un buen rendimiento y en la etapa 11 se retiraba el útimo corredor que quedaba en carrera, para regocijo de algún periodista y director. Ese año, sólo el luxemburgués Claude Michely logró apuntar alguna victoria para el equipo, aunque fuera nada menos que los nacionales en ruta y ciclo-cross.

No podían lucir la publicidad, todo muy lógico

Víctimas de la hipocresía, Unibet 

A veces uno no entiende según qué cosas pasan en este deporte o, mejor dicho, comprende por qué van tan mal. Es el caso del equipo Unibet.com, equipo que estaba patrocinado por una casa de apuestas sueca (aunque su licencia fue belga hasta su último año en activo, que pasó a ser sueca). Este equipo no pasó de la categoría continental y pese a tener grandes corredores como Rigoberto Urán o el contrarrelojista Gustav Larsson, y ser extremadamente competitivo allí donde le dejaron correr, jamás fue invitado a una gran vuelta o a carreras como la París-Niza. Incluso en algunas pruebas tuvo que participar acultando la publicidad para que les invitaran. Evidentemente así es imposible, y los suecos se cansaron, viendo como a equipos como La Française des Jeux se les permitía correr pese a ser la compañía fracesa pública que controla todas las apuestas y loterías del país o al Lotto belga, que hace lo propio en el suyo. En fin, el chovinismo galo. 

Enlaces:

- https://aiheciclismo.blogspot.com/2017/09/50-anos-de-equipos-ciclistas-en-espana.html

- https://twitter.com/gzlz11/status/1222972864716005376

- https://www.pressreader.com/spain/ciclismo-a-fondo/20180822/281908773996083

3 sept 2020

Viviendo un simulacro de vida


 "El problema es que supones demasiadas cosas... supones que aún hay algo donde ya no hay nada, supones que tienes vida, cuando en realidad, solo vendes trozos de la de otros y pedazos que se han perdido de la tuya" (Michael Wincott en Días Extraños).

Kathryn Bigelow se embarcó a mediados de los 90 y gracias al apoyo económico de su ya entonces ex-pareja, el director, productor y aquí también guionista James Cameron, en este ambicioso proyecto a medio camino entre la ciencia-ficción y el cine negro con acción al estilo de su directora: sin concesiones, trepidante, brutal. 

Lenny (Ralph Finnes), es una especie de traficante de sensaciones, vende, como dice Philo Gant (Michael Wincott) pedazos de la vida de otros, es un poco fullero (en una escena trata de vender un supuesto Rolex auténtico e inmediatamente vemos que tiene su maletín lleno de esos relojes) y arrastra un pasado tormentoso del que poco a poco sabemos más. Se mueve por los bajos fondos de Los Ángeles, estamos en los últimos días de 1999 y la ciudad es un auténtico campo de batalla, con ejército y polícía desbordados tratando de evitar el pillaje y el crimen. En este aspecto resulta un film realmente profético, no hay más que ver los EE.UU. hoy día por más que ciertos incidentes, acaecidos mientras escribían la historia, inspiraran a Bigelow y Cameron1.

Pero, por suerte, lo que cuenta no es sólo eso. En el film vemos deambular, más que moverse, al protagonista. Lenny va poco a poco hundiéndose no tanto por una serie de sucesos que van poniendo en peligro su propia vida como por su obsesión por tratar de recuperar a la que fuera su novia Faith (Juliette Lewis), que ahora es cantante y mantiene una tormentosa relación con Gant. Pese a las continuas humillaciones, él sigue tras de ella en lo que podemos ver claramente un ejemplo de relación "tóxica". A su lado, su amigo del alma y ex-policía como Lenny, el cínico Max (un magnífico Tom Sizemore) y la única persona que le dice a la cara las verdades y lo que no quiere oir, además de tratar de ayudarle pese a su precaria situación personal (la vida de los suburbios está muy bien descrita), Mace, una enérgica Angela Basset. 

También hay un crimen, de ahí lo que comentaba antes del cine negro, cometido por dos violentos policías (Vincent D'Onofrio y William Fitchner), que da pie a las escenas de acción más vigorosas del film, con lluvia de balas, carreras ineterminables y puñetazos como explosiones. Eso es puro Bigelow, lo que más recuerda a la magistral "Le llaman Bodhi" (1991) y lo que hace que sus 139 minutos pasen volando. 


No obstante lo más llamativo del film son las escenas de cámara subjetiva, que almacenadas en discos, son objeto de compra y venta por parte de Lenny, dando momentos memorables desde el inicio, con un fallido atraco hasta el final con el descubrimiento del asesinato del rapero Jeriko One (Glenn Plummer) y todos sus acompañantes salvo la pobre Iris (Brigitte Bako), contratada por Lenny para que grabe todo,  la cual tampoco correrá mejor suerte. El virtuosismo técnico de esas escenas es tal, que consigue que el espectador quede embelesado como los propios consumidores de esos clips (en especial nuestro protagonista) mas la directora hábilmente no duda en interrumpir el visionado de dichas escenas para dejarnos clara la falsedad de esas sensaciones, lo ridículos que están los que "se conectan" y el efecto pernicioso de las mismas pues les alejan de la realidad, como bien advierten varios personajes a Lenny durante todo el metraje. Bigelow y Cameron son dos personas aficionadas a los deportes de riesgo, a la actividad física, no me extraña que vieran en lo que era el comienzo de la llamada "realidad virtual" un mal que se cernía sobre la sociedad moderna encerrada en sí misma, contenta con una vida simulada y que vive por delegación en las experiencias de otros. Probablemente este sea el tema mejor tratado por la directora.  

Una película con una excelente y ecléctica banda sonora donde caben desde el rock progresivo, el hip hop, o hasta Peter Gabriel en los elegantes títulos de crédito finales. Un placer visual gracias a la fotografía de Mathew F. Leonetti que tiene en su multitudinaria escena final, con miles de extras, el punto culminante.

Finalmente destacar la labor interpretativa de todos los actores, especialmente Finnes, que pasa del patetismo al valor no sin cierta elegancia hortera, su mirada triste y limpia es lo mejor del film. Igualmente destacado es el resto del reparto, el siempre malvado Wincott, el sádico D'Onofrio, la vehemente Basset, el irónico Sizemore y la esforzada Bako, quien saca todo el partido su hágil físico de esta actriz y bailarina. 


Título original
Strange Days
Año
1995
Duración
139 min.
País
Estados Unidos
Dirección
Guion
Jay Cocks, según una historia de James Cameron
Música
Graeme Revell
Fotografía
Matthew F. Leonetti
Reparto

Productora 

 2020Th Fox     Lightstrom Entertainment, 20th Fox

(1) El apaleamiento a Rodney King y los posteriores altercados en L.A. 


Imágenes y vídeo 20th Fox.