4 ene 2014

En busca de una playa en Senegal

En estos días se celebra entre Bolivia, Argentina y Chile la edición del todavía llamado Rally Dakar, probablemente la prueba automovilística de este tipo, más famosa del mundo. Desde su triste suspensión, por amenaza terrorista, en 2008, la prueba a viajado a Sudamérica, lugar más tranquilo e igualmente duro para pilotos y vehículos. No obstante, el genuino Rally es el de los comienzos, peligroso, aventurero y a veces dramático París-Dakar.
Todo comenzó en 1977, cuando durante una etapa del Rally Costa de Marfil-Costa Azul  en la que un piloto llamado Thierry Sabine se perdió en el desierto del Teneré, experiencia que le marcó para toda la vida y que él mismo explica: "Son ya dos días y dos noches perdido en el desierto, bajo un sol que comienza a hacerme perder la razón. La total ausencia de sombra es una sensación opresora, que engendra un sentimiento parecido al de la claustrofobia. Entonces decido alejarme de mi moto. En calcetines y succionando las piedras para provocarme saliva, comprendo que mi vida vale cada vez menos. Y es entonces cuando prometo que si salgo con vida de esta experiencia barreré cuanto de superficial contenga mi existencia”. Finalmente, un equipo de la organización lo rescató milagrosamente. Dos años más tarde, con Sabine como máximo responsable organizativo, se celebró el primer Dakar.
Sabine era un deportista nato, alguien que siempre buscaba retos más difíciles: cuando se cansó de la hípica, se pasó al automovilismo y entonces descubrió que lo que quería hacer era crear un Rally de veinte días y más de diez mil kilómetros que fuera el más duro del mundo. Sin embargo, el motociclista francés encontró la muerte en 1986, al estrellarse el helicóptero en el que viaja, con 4 tripulantes más, durante una tormenta de arena. Muchos culpan al propio Sabine del accidente por su actitud temeraria y su tendencia a la ostentación de su valentía.
El drama de la muerte siempre va unido a la aventura y no creo que exista en el mundo una prueba con tantos muertos, no sólo pilotos sino también miembros de la organización y espectadores, entre ellos niños.
La carrera empezó siendo un grupo de "locos chalados en sus locos cacharros" a comienzos de los 80, pero ya antes de acabar la década era un monstruoso despliegue tecnológico, con más de dos mil personas implicadas de la organización, escoltados por vehículos de apoyo, camiones, helicópteros y sistemas de navegación GPS y transmitido por TV. En él se prueban nuevas tecnologías para los vehículos de producción en serie: suspensión, frenos, mayor resistencia... para su posterior promoción y venta en todo el mundo, por parte de las principales marcas fabricantes como Volkswagen, Citroën o Mitsubishi.
El listado de ganadores (iniciado por Alain Genestier y C. Neveu) en las categorías de motos y coches está liderado claramente por los franceses, Stephane Peterhansel o Pierre Lartigue son algunos de los nombres que han forjado el mito, aunque para un servidor siempre será Ari Vatanen y su Peugeot 205, el coche que superaba dunas y caminos polvorientos de manera indestructible.
España siempre tuvo una presencia destacada, Jordi Arcarons fue eterno segundo durante años y Nani Roma primero y Marc  Coma después, rompieron el maleficio ganado la prueba. El único ganador español en coches es Carlos Sainz, que venció en 2010 con un Volkswagen Touareg. Un poco de justicia para el que quizás sea el más desafortunado de nuestros grandes deportistas.
 

1 comentario:

Mr. X dijo...

Así que chupar piedras provoca saliva..... Es un dato a tener en cuenta si uno acaba perdido en el desierto. ¡Qué didáctico lo que cuentas, Dacosica!