Entrenadores: verdades y mentiras

"El fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso" esta célebre frase del mítico entrenador del Liverpool de los años dorados, Bill Shanklyn, demuestra que estamos ante un deporte que, salvo en algunos países sin importancia (como EE.UU. y China) trasciende hasta ser un fenómeno de masas.

El entrenador, figura necesaria pero nunca suficientemente ponderada en nuestro país, se ha terminado por convertir en casi un mesías (Guardiola), un idol (Mourinho), un filósofo (Juan maLillo), un abuelo entrañable (Luis), un "buenista" (Del Bosque) y así hasta el infinito polarizando una atención que, creo, no se merecen. Entiendanme, para mi los hay muy buenos, que son esos que con poco logran mucho o sacan a sus equipos (grandes o pequeños) un poco más de jugo de lo que todos esperábamos de él. Aquí incluyo al Capello de las dos Ligas con el Madrid (mi favorito), un doblete con...¡la Roma! y que con el Milan destruyó el "Dream Team" de Cruyff; Van Gaal, capaz de hacer grande otra vez al Ajax, ganar una liga con al modestísimo AZ Alkmaar, casi lograr un triplete con el Bayern y un doblete con la Farsa; el entrañable Bobby Robson, campeón de la UEFA del modesto Ipswich Town, ganador de títulos en Holanda, Portugal y España, que hizo que la selección inglesa llegara a ¡semifinales de un Mundial! cosa que no se ha vuelto a repetir.

Pero luego estan los otros, los "vendedores de humo", surgidos a rebufo del sobrevalorado Cesar Luis Menotti, gente como Valdano, Ángel Cappa, Bianchi, Griguol, Maturana y mi favorito: Juanma Lillo. El entrenador vasco no ha ganado nada, no ha salvado nunca un equipo del descenso (siempre le echan antes de acabar su obra) y no se le reconoce mérito alguno salvo una locuacidad digna de mejor causa. Sus míticas frases: "Cuando más te aproximas a la portería, más te alejas del gol", "Necesito la palabra", "Un equipo es un ser contextual" o "No arriesgar es lo más arriesgado, así que, para evitar riesgos, arriesgaré"...sin palabras me quedo.
Ojo, con esto no quiero defender al entrenador anti-fútbol, el de "al contrario hay que pisarlo", los Bilardo, Clemente, Caparrós, José Bordalás, etc. ensucian el fútbol, lo hacen algo insoportable de ver, irritante, con sus contínuas pillerías y malas artes. Pero son honestos, uno ya sabe a qué atenerse con ellos, no engañan y hasta algunos han ganado algo con total justicia y no poco mérito.
Hay un tercer tipo, los que Jose María García llamaría "malos de solemnidad", como Maradona, Míchel, "Lobo" Carrasco, Marcos Alonso, tipos sin más mérito que su fama como futbolistas y cierto apoyo (incomprensible) entre los medios de comunicación.
Ah y luego están mis "queridos" Luis Aragonés y Del Bosque. Sobre ellos habrá que preparar una entrada antes de la Eurocopa. Para ir haciendo boca diré que ninguno me gusta: creo que el primero es alguien más astuto que capaz y el otro un tipo con más suerte que sabiduría futbolística... ya hablaremos.