20 nov 2020

Tintín, un clásico

 

¿Por qué falta uno?
El clasicismo se bate en retirada en todas las artes. Ya sea por culpa de unas élites caprichosas o por el cada vez menos exigente sistema educativo, los autores "de toda la vida" son mil veces citados pero poco leídos y nunca aplicados. Hoy, más que nunca se lleva el juzgar lo de antaño con los ojos del presente, algo injusto, pero alcanza niveles catastróficos si nos ponemos ya en plan justicieros con antiguos conquistadores, políticos o artistas. Cristóbal Colón, Bernardo Bertolucci, Hernán Cortés, George Washington o Winston Churchill tienen poco o nada que ver entre ellos más ahora son vilipendiados por sus obras y sus discursos debido a que una turba poco educada e híperagitada con vaya usted a saber qué intenciones, les quiere "borrar" de la Historia. 

Todo esto viene a cuento para poder hablar de Tintín, o más bien de su creador, George Prosper Remi, alias Hergé, autor de varias obras que, vistas por gente aburrida, necesitada de justificar su sueldo o simplemente mal de la cabeza, critica su obra, más concretamente la segunda de ellas, su famoso "Tintín en el Congo" que acabó en los tribunales en 2007, aunque la justicia Belga falló en contra de las acusaciones de "racismo y vejaciones" hacia los habitantes del Congo.  Pronto sucederá algo parecido con "Tintín en el país de los soviets", una obra de marcado carácter anticomunista lo cual es, hoy día, un pecado. Qué pena todo. 

Pero de la necesidad haremos virtud y como me he repasado recientemente algún álbum del periodista del tupé rubio, vamos a comentarlos y a disfrutar de ellos...mientras nos dejen.

Tintín en el Congo (1946)

Comentamos la edición que circula hoy día, la de 1946, porque es lo que quiso Hergé, que al fin y al cabo es el padre de la criatura. En ella vemos al ya famoso repotero en África, donde es bien recibido por los nativos además de que se le rifan los periódicos de todo el mundo para que les envíe sus crónicas. 

Muchas cosas hay llamativas en este albúm: la abundacia de acción, donde Milú tiene gran protagonismo; los animales, todos ellos extremadamente agresivos, a los que Tintín no duda en liquidar (es de largo la obra con más disparos, incluso más que cuando viaja a América); los malvados son también muy violentos y desalmados aunque algo torpes. Entre otros ejemplos, Tintín despelleja a un gorila que acaba de matar para ponérselo como traje o hace que una serpiente se coma a sí misma. 

Otros detalles a destacar son, la presencia de un religioso que le ayuda, la muerte de un malvado devorado por hipopótamos (antes se encomienda a Dios) o la trepidante huída final, con avión incluído, que llevará al reportero y su mascota a su siguiente aventura en EE.UU. Un cómic de un dibujo si no tan detallista como luego veremos, sí efectivo, dinámico y bello. 

El secreto del Unicornio (1942-43)

Publicado durante la ocupación alemana, "El secreto del Unicornio" es un álbum muy respetado por crítica y tintinéfilos debido a su elaborada trama, su elegante dibujo (vehículos, edificios, vestuario) y el mayor protagonismo de Haddock, el cual ya había debutado en la serie dos números atrás. 

Sin duda el mejor momento de la historia acontece cuando Haddock le cuenta a Tintín la historia de su antepasado, Sir Francis Haddock, una espectacular historia de piratas, con traiciones y, cómo no, un tesoro. Los dibujos de Hergé están a una altura difícil de igualar y el Unicornio se gana, por derecho propio, el ser un barco mítico en la historia del cómic. 

Personalmente aun gustándome me acaba resultando un poco alargado todo, quizás sea de cara a su resolución en "El tesoro de Rackham el Rojo", y las torpezas de Hernández y Fernández terminan por ser irritantes. Más estimulante me parece la aparición de Néstor, futuro mayordomo de Haddock, el cual tiene una actidud digamos que excesivamente agresiva hacia nuestro héroes. 


Las 7 bolas de cristal (1943-44)

Publicado en la era de esplendor del personaje, donde los viajes eran cada vez más exóticos y las avenuras más enrevesadas, la situación de dominio nazi en Bélgica hace que Hergé opte por una historia de mero entretenimiento, para mí una de las más fascinantes por sus toques "mágicos" cuando no terroríficos. 

Bebe, claramente, de un hecho real, la llamada maldición de Tutankamón aunque trasladada la acción a Perú y la cultura Inca. Deja un montón de interrogantes que luego se resuelven en el siguiente álbum aunque destaca como obra en solitario y por méritos propios dada la riqueza de su dibujo, el estilo línea clara en su mayor momento de gloria. 

Como ya ocuría en obras anteriores, aparecen personajes de otras historias como el General Alcázar, ahora en el exilio tras las aventuras de "La oreja rota" (1937) o Bianca Castafiore de "El cetro de Ottokar" (1939) y lucen espléndidos los vehículos (Opel Olympia p.e.), la mansión de Haddock y la terrorífica momia de Rasca Pacac.

El templo del Sol (1948)

Espectacular resolución del argumento expuesto en "Las 7 bolas de cristal", está ambientado casi totalmente en sudamérica y permite al autor (y sus colavoradores) lucirse en los escenarios, tanto naturales como construidos por el hombre. Una vez más Hergé respeta al máximo el "realismo" de la historia gracias a una vasta documentación sobre culturas, vestimente y costumbres sin descuidar acción trepidante (el tren sin control, p.e.). 

Tintín, Haddock y Milú viajan a Perú en busca de Tornasol, raptado por una secta que aún venera a los dioses Incas. Tras un arduo viaje, son capturados pero un fenómeno astronómico podría salvar sus vidas. Aquí se resuelve todo, algo que me encanta y que hoy día rara vez vemos no solo en tebeos sino también en cine o TV. No creo que se haga para dar "riqueza" a la historia, más bien me parece vagancia pero ese es otro asunto. 

Con el tema clásico de la novela de aventuras de la ciudad perdida, Hergé vuelve a mezclar influencias de todo tipo que dan lugar a un álbum redondo, sin fisuras en la historia y con un colorido y riqueza en el dibujo que ya era lo habitual. Magnifico. Y ojo a la cocaína...


Objetivo: la Luna (1950-52)

No sé si el díptico formado por esta historia que nos ocupa y su continuación, "Aterrizaje en la Luna" son las mejores obras de Hergé mas está claro que son, a día de hoy, las más icónicas: todo el mundo, incluso los que no han leído a Tintín en su vida, conocen estos álbumes y su merchandising asociado es tremendamente exitoso. 

Esta primera parte es más árida por lo que tiene intriga y, sobre todo, de explicación científica, ya que el autor trató de ser lo más fiel a la realidad, algo que, en cierta forma, logró anticipándose a futuras misiones a nuestro único satélite.

Sin embargo no se trata de una obra menor, antes al contrario abunda la acción, algún toque humorístico y el suspense bien creado ante los continuos casos de sabotaje que sufre el proyecto. Un álbum excelente e imprescindible para disfrutar del siguiente. 

Aterrizaje en la Luna (1952-53)

El mítico cohete X-FLR6, basado a su vez en el V-2, logra aterrizar en La Luna tras un accidentado viaje, con Haddock poniendo en peligro la misión por su afición al whisky.

Muy realista en prácticamente todos los detalles del viaje (recordemos que todavía el hombre no sólo no había viajado al satélite sino que aún  no había estado en el espacio), tiene un momento dramático en la vuelta que está entre lo mejor de toda la obra de Hergé: el torturado personaje de Wolff y su sacrificio es algo nunca visto en las historias del personaje, aunque el heroísmo y la generosidad hacia los demás siempre son valores resaltados por el autor a lo largo de los años.

Poco más que decir sobre esta magnífica obra, que más que leer se disfruta, mirando embelesado los paisajes lunares que un periodista belga, antes que nadie, pisó y recorrió junto a sus colegas y su mascota, el primer perro con traje de astronauta. 

Todas la imágenes son propiedad de Editorial Casterman. 

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