En poco tiempo han caído en mi poder, juro que casualmente, dos comics de lo más distintos pero con una gran relación. Se tratan de los clásicos "Robero Alcázar y Pedrín" (1940-1976) y "García" (2015-16). El segundo está claramente inspirando en el primero pero, al contrario que la parodia sin gracia "Roberto España y Manolín" de Ignacio Vidal-Folch, lo hace con mucha inteligencia, buen humor, acción trepidante y su inevitable toque de crítica a la coyuntura política del país.
"Robero Alcázar y Pedrín" es el comic español más longevo del siglo XX, dato que invita a la reflexión sobre todo si partimos de la idea, en mi opinión absolutamente falsa, de que se trata de un producto facha y rancio. Y no lo digo desde la perspectiva actual: antaño estaría reprimidos por la dictadura pero no eran gilipollas y si leían "El Guerrero del Antifaz" de Gago y "Carpanta" de Escobar era porque el uno daba entretenimiento y evasión y el otro retrataba las penurias diarias de la vida (¡el hambre que pasaba el pobre Carpanta!) con buen humor y moderada mala leche. Es decir, nadie se gastaría sus pocas pesetas (céntimos) en un cómic de Formación del Espíritu Nacional o en que le contaran lo que ya vive día a día.
Las aventuras internacionales de Roberto Alcázar; periodista intrépido al principio, luego agente de no se sabe muy bien qué; y su compinche, el vivaracho Pedrín; niño sin padres conocidos adoptado por Roberto; valiente, cabroncete, violento (visto hoy) dibujados por Eduardo Vañó Pastor con poco detalle (los plazos de entrega mandaban) resultan dinámicas, entretenidas, briosas y sorprendentes de puro descabelladas (tanto guionista anónimo sin mención).
Está claro que hoy son muy políticamente incorrectos, sobre todo al tratar a personas de distintas razas aunque nunca dudan en tomar partido por el débil y el que se ve sometido a una injusticia. Están del lado de la ley (¿es eso estar con el poder establecido?), colaboran con la policía y a veces utilizan la fuerza para hacerse valer mas rara vez usan armas de fuego (a puñetazo limpio) y siempre se comportan con honor.
Finalmente destacar que el personaje de Pedrín y sus comentarios y pensamientos descarados, a veces afeados por Roberto, le hicieron ser el favorito de los jóvenes. Igual es cosa mía mas no veo ideología sino pura de necesidad en los tocante al estilo narrativo y a los temas tratados, pongamos el producto en su coyuntura, por favor. ¿Adoctrinamiento? Bueno, sus inabarcables aventuras a lo largo de 36 años hacen que sólo juzgue por lo leído (primeros años) empero no lo veo por ningún lado.
El díptico "García", editado por Astiberri, con dibujos de Santiago García (conocido por la estupenda "La tempestad") y Luis Bustos (y una pequeña colaboración de Manel Fontevila en dibujos estilo retro) es, como no podía ser de otra manera, una visión actual a los personajes de los que hablábamos anteriormente. Posee un punto de partida extremadamente atractivo: mientras García (Alcázar) ha estado "congelado" en el Valle de los Caídos durante 40 años, Jaimito (Pedrín) ha vivido todos los enormes cambios acaecidos en la sociedad española y, como toda persona cercana al poder, ha sabido mantenerse en un lugar privilegiado pese a los vaivenes políticos. Debido a una situación de profunda crisis por el secuestro de la líder de la oposición (de derechas), García acaba siendo reactivado por accidente, para verse inmerso en una trama en la que nada es lo que parece. Hacia el final del primer libro se una a él una joven e idealista periodista llamada Antonia que será el contrapunto y guía del protagonista desde entonces.
García es un personaje de una pieza, que se ve impactado por el cambio brutal de época cuando "resucita", que usa unos métodos de antes, en una sociedad que no se parece en casi nada a la que conocía con lo que sus reacciones acaban resultando hilarantes. Uno de los pasajes más celebrados es su presencia en una boda gay y sus diálogos con los personajes que la habitan.
Mas "García" es un producto ambicioso, lo cual hace que sus autores busquen en la trama de intriga política nacional similitudes con la situación actual. Esto lleva a ver caracteres que se parecen sospechosamente al periodista Federico Jiménez-Losantos y a los políticos Pablo Iglesias o Esperanza Aguirre, por poner solo unos ejemplos. Esto es, claramente, lo más flojo (y el que los dos protagonistas tarden tanto tiempo en encontrarse) porque en otros detalles como la precariedad laboral, los medios de comunicación tendenciosos, la corrupción política y la evolución del protagonista, ante todo un hombre de honor y un servidor de las causas justas (como era el auténtico Alcázar) que se revela contra los que le han intentado manipular, acierta completamente. En resumen, una obra más que recomendable por más que haya algún personaje como William, el archienemigo de García, totalmente desaprovechado.
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