La llamada "Ley Wert" que tanta controversia ha generado en los últimos meses lleva a este blog a interesarse (poco, la verdad) sobre el actual estado de la cosa educativa que para mi, como para muchos que hemos dejado atrás nuestros años lectivos y no tenemos vástagos en dicha edad nos la sopla bastante. Pero el otro día una conocida me contó su caso y, pese a no sorprenderme, no pude repetir para mis adentros esa frase que tanto se dice en los últimos años en nuestro país: "así nos va".
El tema, resumido y sin dar más detalles de los necesarios es como sigue: mi amiga es madre de una adolescente de 13 años, la cual tiene lo que vulgarmente se dice un leve retraso detectado y valorado por psicólogos. La chica repitió un curso, pero por los kafkianos sistemas educativos imperantes en el mundo occidental (no sólo en España, ojo) no la ponen en un grupo de especiales "para que no se sienta marginada". Poco importa que esté en clase sin enterarse de ciertas cosas o que si la profe se interese más por ella, retrase a los demás.
Gracias a la generosidad y a la colaboración de cierta pedagoga con responsabilidades en dicho centro (es decir, la directora) y saltándose normativas que la podrían costar caras (sanción), sacaba a la niña un par de veces a la semana de la clase normal a clases de refuerzo en el mismo centro. Ya dije que no era tonta sólo le cuesta un poco más que a los demás, así que al año siguiente aprueba con buenas notas.
La chica empieza un nuevo curso y solicita formalmente apoyo porque en ese nivel sí está autorizado pero no se lo conceden...¡porque pasó de curso con buenas notas! Quizá sólo es una excusa para justificar recortes pero dentro de todo ello hay un vicio ya detectado en mi época estudiantil: cuanto mejores notas y más te esfuerces, peor.
¿Y los recortes? es evidente que la ecuación MENOS DINERO = PEOR EDUCACIÓN es cierta, nostante habría que gastar el poco que hay de mejor manera: cuando era pequeño había dos autobuses para llevar a los chicos al colegio de mi pueblo, distancias de varios kilómetros en una zona de mala climatología los hacían imprescindibles pero ahora hay menos niños y cuatro autobuses, uno de ellos para llevar a los críos del mismo pueblo; ¡a niños que viven más cerca que yo del colegio! Servidor tardaba cinco minutos andando a paso normal y siempre por aceras grandes y calles sin tráfico.
No sé la solución a todo esto pero creo que un poco de sentido común y de flexibilidad a la hora de aplicar ciertas leyes nos vendría bien.
Lo que sí sé es lo que mi abuelo, profesor desde la época de la República hasta comienzos de los 80 diría si viviera: "Me lo temía, Rafuchi, me lo temía".
Coda: Otro día hablo de la hipocresía sobre los colegios religiosos o sobre la endogámica universidad y su raquitismo investigador, ahí dejo este enlace para decepcionarles un poco más.
1 comentario:
Yo también me acuerdo de los paseos al colegio ;))
Publicar un comentario