No he podido ver, por desgracia, toda la filmografía de este maestro del séptimo arte mas voy a dedicarle aquí unos humildes comentarios a varias obras, prácticamente todas las que están fuera de su época neorrealista, en las que la aristocracia que tan bien conocía está retratada en ellas.
"Senso" |
Con una pareja de actores que, en aquel momento, gozaban de cierta fama internacional, unos magníficos Farley Granger y, la también descendiente de aristócratas, Alida Valli, más un buen material de partida (un cuento de Camillo Boito) Vistonti ofrece una visión personal de una época (la ocupación de Italia por parte de los austríacos) y una apasionada historia de amor.
Senso puede dividirse en tres partes: la primera, la más romántica y bella, es el proceso de enamoramiento y su consumación del mismo. Livia (Valli), es una especie de Madame Bovary pero cuyo amor por su país la pone una situación contradictoria: se enamora de un oficial austríaco (Granger) que representa lo que más odia mas por otro lado la hace feliz, pues la hace sentir una mujer atractiva (su esposo es un hombre muy mayor) y deseada. La segunda parte sería la más vistosa, con las batallas, la guerra y la derrota de la rebelión veneciana. Ya no se ven filmes como este, donde las batallas, las explosiones y el vestuario es "real", lejos de los efectos digitales que, en mi opinión, empobrecen el espectáculo. Aquí descubrimos que, la pose amarga de Granger en el arranque no es sino cobardía y va a la búsqueda a su amada en su residencia del campo con la intención de salvarse de entrar en combate. Ella se humilla, le ayuda a conseguir los papeles que necesita para no ser enviado al frente y éste desaparece. La última parte es la resolución en forma de tragedia, con el regreso de Livia a Venecia para confirmar sus sospechas: él vive con otra mujer a su costa.
Como todas las películas de Visconti, decorados, vestuario (Piero Tosi) y música (Verdi y Bruckner) son brillantes, la ambientación es magnífica (Venecia de día y de noche es un protagonista más del film) pero nada de ello "ahoga" el trabajo actoral. Pese a no ser la primera opción de Visconti (Ingrid Bergman y Marlon Brandon), Valli y Granger logran transmitir su pasión, su desesperación y su amor de una manera inigualable.
Pese a todo lo anterior, Senso no fue un éxito, lo que le hizo volver al cine más modesto. Primero, con "Las noches blancas" (1957) adaptando a Dostoyveski y luego de vuelta al neorrealismo con "Rocco y sus hermanos" (1960), primera colaboración con Alain Delon y otra obra maestra que además nos muestra una crítica visión de la familia y del trato a la mujer en la vida tradicional. Además, y es lo que más me gusta del film, deja claro como la bondad llevada al límite puede ser desastrosa no sólo para el individuo sino para los que le rodean.
Tras ellas llega la que es considerada, con todo merecimiento, su obra mayor: "El gatopardo" (1963).
"El gatopardo" |
"El gatopardo" es una historia inmortal, plenamente actual, la historia de un cambio social y el fin de una era en Italia, con la llegada de Garibaldi y la caída de los Borbones. Visconti lo retrata y lo relata con una elegancia inigualable: desde la primera escena, un largo plano-secuencia en los jardines de la residencia de don Fabrizio Salina (un genial Burt Lancaster) hasta su final, entrando en un oscuro callejón de vuelta a casa, pasando por la escena de Tancredi y Angélica Sedara (Claudia Cardinale, irrepetible) recorren la decrépita mansión durante su coqueteo y terminando por la justamente celebrada escena del baile, en la que tantas cosas pasan y se dicen.
Sin embargo, mi escena favorita y la que, creo, define más la posición de Visconti sobre lo contado es aquella en la que don Frabrizio conversa con un funcionario venido de Roma para convencerle de que vaya al nuevo parlamento en representación de Sicilia. Las reflexiones sobre su tierra y el convencimiento de este de que "[...] si como tantas veces ha sucedido, tuviera que desaparecer esta clase, se constituiría en seguida otra equivalente, con los mismos méritos y los mismos defectos." hacen de esta austera escena, rodada en planos largos, con una ténue luz y sustentándose en el buen hacer de los actores, una lección de cine y reflexión. Como toda obra maestra, si en algo destaca "El gatopardo" es en estar llena de verdad.
Tras esta, Visconti rueda un par de películas que no son tan recordadas mas merecen comentarse con cierto detenimiento.
"Sandra" |
La siguiente es un proyecto mucho más ambicioso, nada menos que una adaptación de la novela de Albert Camus "El extranjero" (1967). Con producción de Dino de Laurentis, "El extranjero" choca con un original realmente difícil de adaptar, le falta ritmo y que fracasa en una escena fundamental como es la del juicio, pues resulta realmente grotesca. A su favor, además de una ambientación logradísima de la Argelia colonial y una voz en off que aparece lo justo, está el gran reparto, con un esforzado Marcello Mastroianni, una magnífica Anna Karina y una pléyade de secundarios de prestigio que cumplen sin problemas. Además, el final resulta emocionante y por fin vemos el carácter de este hombre aparentemente abúlico pero fiel a sus principios hasta la muerte.
Tras estas dos obras "menores", llega otra obra importante, "La caída de los dioses" (1969), una película sobre el fin de una era aunque más personal todavía que las anteriores (guion original) donde Visconti trata todos los temas polémicos y perturbadores que uno se pueda imaginar encontrándose, de paso, con el que sería el hombre de su vida: Helmut Berger.
"La caída de los dioses" |
No he visto aún dos de sus obras más famosas: "Muerte en Venecia" (1971) y "Luis II de Baviera", sé que son clásicos pero no he podido. Tareas pendientes.
Su penúltimo film fue "Confidencias" (1974), una película mucho más modesta que las anteriores que resulta ser su auténtico testamento cinematográfico. La historia de un viejo profesor americano (Burt Lancaster) que decide retirarse con sus libros y pinturas a un palacio en Roma heredado de su madre, es claramente una obra personal en la que Visconti y Lancaster son uno.
El Profesor, del que nunca sabemos su nombre, trata por todos los medios de aislarse del mundo, de vivir con su arte, con su música, con las cosas que le dan placer en la vida mas sus vecinos, una disfuncional familia burguesa formada por la matriarca (Silvana Mangano en sustitución de Audrey Hepburn), su hija (Claudia Marsani), su hijo (Stefano Patrizi) y su amante (Helmut Berger), se lo impiden. Primero porque son unos entrometidos que se pasan el día entrando en su casa, segundo porque él mismo llega a simpatizar con ellos, pues lo usan como un confesor, contándole todos sus problemas y tercero debido a la fascinación que sobre él ejerce Konrad (Berger), en otro de sus personajes atormentados y turbios, con sus cambios de humor y sus ataques de ira.
Tras recibir una paliza, El Profesor le socorre y le cobija, ambos intiman, descubren que comparten gustos e ideas sobre la vida. El Profesor admira de él su belleza, su arrojo y comparte su buen gusto y admiración por el arte más exquisito. Konrad respeta al profesor por su rectitud, su educación y su generosidad. Ambos odian la vulgaridad aunque mientras el primero se aisla de un mundo que ya no es el suyo, el segundo vive la vida a tope.
"Confidencias" |
Tengo muy lejano el recuerdo de su última película, "El inocente" (1975), así que lo dejaremos aquí, en estas historias de familias disfuncionales (¿acaso las hay de otro tipo?), aristócratas cultos y refinados, comunistas, nazis, jóvenes travestis, niñas bien, bailes, orgías y, en una palabra, personajes apasionantes. Grazie, caro Visconti.
Fotos: wikipedia, Sony Pictures, Warner Bros. y Motion Pictures
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