Siempre que alguien se acerca a un suceso histórico resulta tremendamente difícil llegar a hacer una aproximación fiel al mismo. De ello depende, y no poco, el medio en que se haga. Es decir, no es lo mismo una novela de ficción ambientada en un determinado momento histórico como un ensayo.
El cómic también tiene estar vertientes, por un lado el de crónica de los hechos, por otro el de dramatización de los mismos. Ignoro que parte tienen cada uno de ellos pero eso da un poco igual si entretienen o recuerdan un suceso olvidado por el paso de los tiempos. Aquí unos ejemplos recién leídos por un servidor que, salvo excepciones, resultaron ser satisfactorios.
- Mercenarios del Aire (Tacconi, 1982, ed. Frontera)
Como se nos explica en la introducción de este viejo tebeo de la colección Super Tótem, los Tigres Voladores fueron una "romántica y pintoresca" banda de pilotos que combatieron en los albores de la Segunda Guerra Mundial al lado de los Chinos, meses antes de que EE.UU. entrara en el conflicto desde el frente del Pacífico.
Este grupo de heterodoxos pilotos mercenarios, cobraban por avión japonés derribado y estaban dirigido por el aventurero ex-capitán del ejército yankee Claire Lee Chennault. Pilotaban los famosos "Tomahawks", cazas con menor movilidad que los Zero nipones pero con un fuselaje más sólido y mejores ametralladoras. Pelearon con denuedo hasta 1942, cuando EE.UU. entró en el conflicto y sus pilotos pasaron a la fuerza aérea estadounidense.
La trama es un poco previsible, estilo "Hazañas bélicas" con una dama superficial y frívola (tonta en apariencia, de buen corazón) la cual pone en mil aprietos a nuestro héroe, un descreído piloto especializado en acrobacias aéreas llamado Duke Moran. También está el típico amigo comprometido con la causa, que por supuesto muere, haciendo que el héroe cambie su punto de vista sobre el conflicto.
Con un excelente dibujo, es una maravilla cómo recrea los combates aéreos, aviones, armamento y uniformes. Hay hasta una especie de trama de espionaje con una asiática mujer fatal. Un tebeo entretenido y ligero que nos muestra una historia de valor y sacrificio auténtica. Muy recomendable.
- El hombre del sur (Alarico Gattía, 1982, ed. Nueva Frontera)
Quienes leyeran hace unos meses la entrada que publiqué sobre el carlismo, comprenderán que siento una cierta fascinación por un movimiento (por así llamarlo, aunque sea más que eso) que hoy en día defiende unos valores absolutamente en desuso. En el S. XVIII hubo en toda Europa una lucha entre lo viejo y lo nuevo, con movimientos parecidos a este en países como Italia. Este comic de Alarico Gattía, cuenta la aventura del carlista Juan Borges, que busca en el sur de Italia apoyos para restaurar la dinastía borbónica y para ello trató de unirse a un famoso bandolero, Crocco, que además fue cronista de todos aquellos sucesos en forma de diario. El resultado de esa descabellada aventura sirve para que se nos describa un sur de Italia empobrecido, decepcionado con la revolución de Garibaldi, la represión de los soldados piamonteses y la brutalidad de los bandoleros (origen del crimer organizado que luego vendría). No toma partido pues elige a un personaje de clase alta como hilo conductor para así poder ver las barbaridades de unos y otros aunque está claro que el fin de Borges resulta trágico e injusto. Eran tiempos en los que aún había honor mas este se batía en retirada por culpa de los intereses de los poderosos. Excelente dibujo, realista sin efectismos, para dar a conocer otra parte de la historia sin la que es imposible entender el presente.
Nota: sorprenden los paralelismos entre el país transalpino y el nuestro en el tema de la situción del campesinado tras la revolución liberal. Con orígenes distintos (creación de la república, guerra de sucesión), el campo y las zonas más pobres, siguieron siendo pobres
- Azañas bélicas. (Varios autores, 2012, Glenat)
Aunque el maestro Yoda decía en "El imperio contraataca" (Irvin Kershner, 1980) aquello de "la guerra no le hace a uno grande" el comic también ha ofrecido una gran cantidad de obras sobre conflictos bélicos reales o ambientadas en ellos. "Hazañas bélicas" fue un comic creado por Boixcar de enorme éxito en los años de postguerra, típico producto evasivo pero cuyo éxito se fue extendiendo hasta casi nuestros tiempos. Lo que antaño era ingenuidad y enaltecimiento del valor (en historietas cortísimas, un prodigio de narrativa hoy olvidado) hoy a devenido en venganza, fanatismo y violencia. Porque el original "Hazañas bélicas" era, paradójicamente, nada sensacionalista y hasta respetuoso con "el enemigo", lo cual nos lleva al revival que resulta ser justo todo lo contrario. Tanto "Nuevas Azañas Bélicas. Serie Azul. Unidos en la División" como su versión roja, "Dos águilas de un tiro" van por lo fácil y se hacen un "Malditos Bastardos" (Quentin Tarantino, 2009), con sus mismas dosis de violencia y casquería pero sin la valentía del director de Knoxville para "cargarse" a personajes históricos y encima ponerse estupendos en materia histórica. Probablemente la guerra no sea como en el comic original pero estas nuevas aventuras resultan no ser ni hazañas ni bélicas. Si se buscan recordar el antiguo tebeo, mejor ignorar estos.
18 feb 2020
2 feb 2020
Visconti, el director aristócrata
Lucino Visconti di Modrone (Milán 1906- Roma 1976) es, más que un director de cine italiano, historia de Italia. Nacido en la el seno de una familia aristocrática milanesa, cuyo linaje se remonta al Renacimiento, Visconti tiene de cuna su relación con el arte, especialmente el teatro pues empezó trabajando en la Scala de Milán donde ya trabajaban su abuelo y su tío. Además, alternó el cine con el teatro y la ópera, género que él consideraba su favorito y el cual influiría notablemente en sus trabajos.
No he podido ver, por desgracia, toda la filmografía de este maestro del séptimo arte mas voy a dedicarle aquí unos humildes comentarios a varias obras, prácticamente todas las que están fuera de su época neorrealista, en las que la aristocracia que tan bien conocía está retratada en ellas.
Tras el enorme éxito de sus películas neorrealistas (Obsesión, La Tierra tiembla, Bellísima) y dirigir uno de esos films de episodios de moda en la época (Nosotras las mujeres), Visconti rueda su primera superproducción, "Senso" (1954).
Con una pareja de actores que, en aquel momento, gozaban de cierta fama internacional, unos magníficos Farley Granger y, la también descendiente de aristócratas, Alida Valli, más un buen material de partida (un cuento de Camillo Boito) Vistonti ofrece una visión personal de una época (la ocupación de Italia por parte de los austríacos) y una apasionada historia de amor.
Senso puede dividirse en tres partes: la primera, la más romántica y bella, es el proceso de enamoramiento y su consumación del mismo. Livia (Valli), es una especie de Madame Bovary pero cuyo amor por su país la pone una situación contradictoria: se enamora de un oficial austríaco (Granger) que representa lo que más odia mas por otro lado la hace feliz, pues la hace sentir una mujer atractiva (su esposo es un hombre muy mayor) y deseada. La segunda parte sería la más vistosa, con las batallas, la guerra y la derrota de la rebelión veneciana. Ya no se ven filmes como este, donde las batallas, las explosiones y el vestuario es "real", lejos de los efectos digitales que, en mi opinión, empobrecen el espectáculo. Aquí descubrimos que, la pose amarga de Granger en el arranque no es sino cobardía y va a la búsqueda a su amada en su residencia del campo con la intención de salvarse de entrar en combate. Ella se humilla, le ayuda a conseguir los papeles que necesita para no ser enviado al frente y éste desaparece. La última parte es la resolución en forma de tragedia, con el regreso de Livia a Venecia para confirmar sus sospechas: él vive con otra mujer a su costa.
Como todas las películas de Visconti, decorados, vestuario (Piero Tosi) y música (Verdi y Bruckner) son brillantes, la ambientación es magnífica (Venecia de día y de noche es un protagonista más del film) pero nada de ello "ahoga" el trabajo actoral. Pese a no ser la primera opción de Visconti (Ingrid Bergman y Marlon Brandon), Valli y Granger logran transmitir su pasión, su desesperación y su amor de una manera inigualable.
Pese a todo lo anterior, Senso no fue un éxito, lo que le hizo volver al cine más modesto. Primero, con "Las noches blancas" (1957) adaptando a Dostoyveski y luego de vuelta al neorrealismo con "Rocco y sus hermanos" (1960), primera colaboración con Alain Delon y otra obra maestra que además nos muestra una crítica visión de la familia y del trato a la mujer en la vida tradicional. Además, y es lo que más me gusta del film, deja claro como la bondad llevada al límite puede ser desastrosa no sólo para el individuo sino para los que le rodean.
Tras ellas llega la que es considerada, con todo merecimiento, su obra mayor: "El gatopardo" (1963).
Adaptación de la muy famosa, y tan frecuentemente citada como poco leída, novela de Lampedusa, el film fue una superproducción multinacional que contó con lo más granado del cine europeo en ese momento y los mejores técnicos del cine italiano: Giuseppe Rotunno (fotografía), Nino Rota (música) y otra vez vestuario de Piero Tosi. La Fox impuso a Burt Lancaster como protagonista pese a que Visconti quería a Laurence Olivier. No obstante, Visconti quedó encantado con el actor y repetiría con él en "Confesiones" (1974); sí pudo imponer su criterio en el personaje de Tancredi (Delon) rechazando a Warren Beatty.
"El gatopardo" es una historia inmortal, plenamente actual, la historia de un cambio social y el fin de una era en Italia, con la llegada de Garibaldi y la caída de los Borbones. Visconti lo retrata y lo relata con una elegancia inigualable: desde la primera escena, un largo plano-secuencia en los jardines de la residencia de don Fabrizio Salina (un genial Burt Lancaster) hasta su final, entrando en un oscuro callejón de vuelta a casa, pasando por la escena de Tancredi y Angélica Sedara (Claudia Cardinale, irrepetible) recorren la decrépita mansión durante su coqueteo y terminando por la justamente celebrada escena del baile, en la que tantas cosas pasan y se dicen.
Sin embargo, mi escena favorita y la que, creo, define más la posición de Visconti sobre lo contado es aquella en la que don Frabrizio conversa con un funcionario venido de Roma para convencerle de que vaya al nuevo parlamento en representación de Sicilia. Las reflexiones sobre su tierra y el convencimiento de este de que "[...] si como tantas veces ha sucedido, tuviera que desaparecer esta clase, se constituiría en seguida otra equivalente, con los mismos méritos y los mismos defectos." hacen de esta austera escena, rodada en planos largos, con una ténue luz y sustentándose en el buen hacer de los actores, una lección de cine y reflexión. Como toda obra maestra, si en algo destaca "El gatopardo" es en estar llena de verdad.
Tras esta, Visconti rueda un par de películas que no son tan recordadas mas merecen comentarse con cierto detenimiento.
La primera es "Sandra" (1965), no es más que una versión moderna y ambientada en la Italia interior de Electra , en la que una bella mujer (Cardinale) llega con su reciente marido (Michael Craig) a su pueblo natal para un homenaje a su difunto padre, asesinado por los nazis. En el film, Visconti parece fascinado por la belleza de la Cardinale (esos planos de su espalda desnuda, los primerísimos planos de su cara) y por el escenario, una casa señorial con incontables estancias, más que por la trama que avanza un poco a trompicones hasta el drama final. Empero, goza de buenos momentos como la aparición casi fantasmal de su hermano (Jean Sorel, clon de Alain Delon) volviéndose más y más opresiva conforme la historia se concentra en la casa y la relación de la protagonista con su hermano se vuelve más malsana. Rodada en un oscuro blanco y negro, es un film apreciable, todo un regalo de Visconti a una amiga con la que siempre mantuvo una estrecha relación hasta su fallecimiento.
La siguiente es un proyecto mucho más ambicioso, nada menos que una adaptación de la novela de Albert Camus "El extranjero" (1967). Con producción de Dino de Laurentis, "El extranjero" choca con un original realmente difícil de adaptar, le falta ritmo y que fracasa en una escena fundamental como es la del juicio, pues resulta realmente grotesca. A su favor, además de una ambientación logradísima de la Argelia colonial y una voz en off que aparece lo justo, está el gran reparto, con un esforzado Marcello Mastroianni, una magnífica Anna Karina y una pléyade de secundarios de prestigio que cumplen sin problemas. Además, el final resulta emocionante y por fin vemos el carácter de este hombre aparentemente abúlico pero fiel a sus principios hasta la muerte.
Tras estas dos obras "menores", llega otra obra importante, "La caída de los dioses" (1969), una película sobre el fin de una era aunque más personal todavía que las anteriores (guion original) donde Visconti trata todos los temas polémicos y perturbadores que uno se pueda imaginar encontrándose, de paso, con el que sería el hombre de su vida: Helmut Berger.
Como casi todas sus obras, "La caída de los dioses" está dividida en varias partes bien diferenciadas, como si de actos de una ópera se tratara. El primer tercio de la película parece un culebrón de lujo tipo "Dinastía" (dicho esto sin tono peyorativo) sobre la lucha por el poder en una adinerada familia industrial alemana y el ascenso del nazismo; la segunda se centra más en el personaje de Berger, mostrándonos todos sus vicios: drogadicción, incesto, pedofilia... como símbolo de la degenaración de Alemania. Esta parte termina con la personal versión de Visconti de la "Noche de los cuchillos largos", en la que primero el director se deleita con la juerga los jóvenes arios de la SA y luego con su cruel asesinato por parte de las SS. Finalmente llega el terrible desenlace, con el personaje de Berger, totalmente nazificado, tomando el control de la empresa como títere de los nazis y forzando el matrimonio de su madre-amante (Ingrid Thulin) con su nuevo padre (Dirk Bogarde). Sin parecerme su mejor film, se ha extendido la idea de que es una película que ha envejecido mal , principalmente por sus fallos de continuidad (Visconti rodaba con varias cámara a la vez) y el uso del zoom. También es un poco tópica en su descripción del nazismo (todos son degenerados) mas me resultó entretenida pese a su duración y posee buenas interpretaciones en las que trata de dar un resquicio de humanidad a todos ellos.
No he visto aún dos de sus obras más famosas: "Muerte en Venecia" (1971) y "Luis II de Baviera", sé que son clásicos pero no he podido. Tareas pendientes.
Su penúltimo film fue "Confidencias" (1974), una película mucho más modesta que las anteriores que resulta ser su auténtico testamento cinematográfico. La historia de un viejo profesor americano (Burt Lancaster) que decide retirarse con sus libros y pinturas a un palacio en Roma heredado de su madre, es claramente una obra personal en la que Visconti y Lancaster son uno.
El Profesor, del que nunca sabemos su nombre, trata por todos los medios de aislarse del mundo, de vivir con su arte, con su música, con las cosas que le dan placer en la vida mas sus vecinos, una disfuncional familia burguesa formada por la matriarca (Silvana Mangano en sustitución de Audrey Hepburn), su hija (Claudia Marsani), su hijo (Stefano Patrizi) y su amante (Helmut Berger), se lo impiden. Primero porque son unos entrometidos que se pasan el día entrando en su casa, segundo porque él mismo llega a simpatizar con ellos, pues lo usan como un confesor, contándole todos sus problemas y tercero debido a la fascinación que sobre él ejerce Konrad (Berger), en otro de sus personajes atormentados y turbios, con sus cambios de humor y sus ataques de ira.
Tras recibir una paliza, El Profesor le socorre y le cobija, ambos intiman, descubren que comparten gustos e ideas sobre la vida. El Profesor admira de él su belleza, su arrojo y comparte su buen gusto y admiración por el arte más exquisito. Konrad respeta al profesor por su rectitud, su educación y su generosidad. Ambos odian la vulgaridad aunque mientras el primero se aisla de un mundo que ya no es el suyo, el segundo vive la vida a tope.
Para mi gusto lo más flojo es el desenlace, con un asunto político de esos que en los 70 estaba muy de moda en la convulsa Italia de entonces, no olvidemos la militancia comunista del director, pero que resulta un poco pegote, forzando un desenlace dramático. Al final logra arreglarlo, todo hay que decirlo, siendo más sútil en los últimos planos. Está entre lo mejor del director milanés, sin ninguna duda, y pese a ser un film enteramente de interiores, destaca por el buen gusto de los encuadres, decorados y vestuario. Como curiosidades, Claudia Cardinale hace una breve aparición al comienzo del film y decir que la Hepburn no aceptó el papel de la maquesa por ser demasiado inmoral.
Tengo muy lejano el recuerdo de su última película, "El inocente" (1975), así que lo dejaremos aquí, en estas historias de familias disfuncionales (¿acaso las hay de otro tipo?), aristócratas cultos y refinados, comunistas, nazis, jóvenes travestis, niñas bien, bailes, orgías y, en una palabra, personajes apasionantes. Grazie, caro Visconti.
Fotos: wikipedia, Sony Pictures, Warner Bros. y Motion Pictures
No he podido ver, por desgracia, toda la filmografía de este maestro del séptimo arte mas voy a dedicarle aquí unos humildes comentarios a varias obras, prácticamente todas las que están fuera de su época neorrealista, en las que la aristocracia que tan bien conocía está retratada en ellas.
"Senso" |
Con una pareja de actores que, en aquel momento, gozaban de cierta fama internacional, unos magníficos Farley Granger y, la también descendiente de aristócratas, Alida Valli, más un buen material de partida (un cuento de Camillo Boito) Vistonti ofrece una visión personal de una época (la ocupación de Italia por parte de los austríacos) y una apasionada historia de amor.
Senso puede dividirse en tres partes: la primera, la más romántica y bella, es el proceso de enamoramiento y su consumación del mismo. Livia (Valli), es una especie de Madame Bovary pero cuyo amor por su país la pone una situación contradictoria: se enamora de un oficial austríaco (Granger) que representa lo que más odia mas por otro lado la hace feliz, pues la hace sentir una mujer atractiva (su esposo es un hombre muy mayor) y deseada. La segunda parte sería la más vistosa, con las batallas, la guerra y la derrota de la rebelión veneciana. Ya no se ven filmes como este, donde las batallas, las explosiones y el vestuario es "real", lejos de los efectos digitales que, en mi opinión, empobrecen el espectáculo. Aquí descubrimos que, la pose amarga de Granger en el arranque no es sino cobardía y va a la búsqueda a su amada en su residencia del campo con la intención de salvarse de entrar en combate. Ella se humilla, le ayuda a conseguir los papeles que necesita para no ser enviado al frente y éste desaparece. La última parte es la resolución en forma de tragedia, con el regreso de Livia a Venecia para confirmar sus sospechas: él vive con otra mujer a su costa.
Como todas las películas de Visconti, decorados, vestuario (Piero Tosi) y música (Verdi y Bruckner) son brillantes, la ambientación es magnífica (Venecia de día y de noche es un protagonista más del film) pero nada de ello "ahoga" el trabajo actoral. Pese a no ser la primera opción de Visconti (Ingrid Bergman y Marlon Brandon), Valli y Granger logran transmitir su pasión, su desesperación y su amor de una manera inigualable.
Pese a todo lo anterior, Senso no fue un éxito, lo que le hizo volver al cine más modesto. Primero, con "Las noches blancas" (1957) adaptando a Dostoyveski y luego de vuelta al neorrealismo con "Rocco y sus hermanos" (1960), primera colaboración con Alain Delon y otra obra maestra que además nos muestra una crítica visión de la familia y del trato a la mujer en la vida tradicional. Además, y es lo que más me gusta del film, deja claro como la bondad llevada al límite puede ser desastrosa no sólo para el individuo sino para los que le rodean.
Tras ellas llega la que es considerada, con todo merecimiento, su obra mayor: "El gatopardo" (1963).
"El gatopardo" |
"El gatopardo" es una historia inmortal, plenamente actual, la historia de un cambio social y el fin de una era en Italia, con la llegada de Garibaldi y la caída de los Borbones. Visconti lo retrata y lo relata con una elegancia inigualable: desde la primera escena, un largo plano-secuencia en los jardines de la residencia de don Fabrizio Salina (un genial Burt Lancaster) hasta su final, entrando en un oscuro callejón de vuelta a casa, pasando por la escena de Tancredi y Angélica Sedara (Claudia Cardinale, irrepetible) recorren la decrépita mansión durante su coqueteo y terminando por la justamente celebrada escena del baile, en la que tantas cosas pasan y se dicen.
Sin embargo, mi escena favorita y la que, creo, define más la posición de Visconti sobre lo contado es aquella en la que don Frabrizio conversa con un funcionario venido de Roma para convencerle de que vaya al nuevo parlamento en representación de Sicilia. Las reflexiones sobre su tierra y el convencimiento de este de que "[...] si como tantas veces ha sucedido, tuviera que desaparecer esta clase, se constituiría en seguida otra equivalente, con los mismos méritos y los mismos defectos." hacen de esta austera escena, rodada en planos largos, con una ténue luz y sustentándose en el buen hacer de los actores, una lección de cine y reflexión. Como toda obra maestra, si en algo destaca "El gatopardo" es en estar llena de verdad.
Tras esta, Visconti rueda un par de películas que no son tan recordadas mas merecen comentarse con cierto detenimiento.
"Sandra" |
La siguiente es un proyecto mucho más ambicioso, nada menos que una adaptación de la novela de Albert Camus "El extranjero" (1967). Con producción de Dino de Laurentis, "El extranjero" choca con un original realmente difícil de adaptar, le falta ritmo y que fracasa en una escena fundamental como es la del juicio, pues resulta realmente grotesca. A su favor, además de una ambientación logradísima de la Argelia colonial y una voz en off que aparece lo justo, está el gran reparto, con un esforzado Marcello Mastroianni, una magnífica Anna Karina y una pléyade de secundarios de prestigio que cumplen sin problemas. Además, el final resulta emocionante y por fin vemos el carácter de este hombre aparentemente abúlico pero fiel a sus principios hasta la muerte.
Tras estas dos obras "menores", llega otra obra importante, "La caída de los dioses" (1969), una película sobre el fin de una era aunque más personal todavía que las anteriores (guion original) donde Visconti trata todos los temas polémicos y perturbadores que uno se pueda imaginar encontrándose, de paso, con el que sería el hombre de su vida: Helmut Berger.
"La caída de los dioses" |
No he visto aún dos de sus obras más famosas: "Muerte en Venecia" (1971) y "Luis II de Baviera", sé que son clásicos pero no he podido. Tareas pendientes.
Su penúltimo film fue "Confidencias" (1974), una película mucho más modesta que las anteriores que resulta ser su auténtico testamento cinematográfico. La historia de un viejo profesor americano (Burt Lancaster) que decide retirarse con sus libros y pinturas a un palacio en Roma heredado de su madre, es claramente una obra personal en la que Visconti y Lancaster son uno.
El Profesor, del que nunca sabemos su nombre, trata por todos los medios de aislarse del mundo, de vivir con su arte, con su música, con las cosas que le dan placer en la vida mas sus vecinos, una disfuncional familia burguesa formada por la matriarca (Silvana Mangano en sustitución de Audrey Hepburn), su hija (Claudia Marsani), su hijo (Stefano Patrizi) y su amante (Helmut Berger), se lo impiden. Primero porque son unos entrometidos que se pasan el día entrando en su casa, segundo porque él mismo llega a simpatizar con ellos, pues lo usan como un confesor, contándole todos sus problemas y tercero debido a la fascinación que sobre él ejerce Konrad (Berger), en otro de sus personajes atormentados y turbios, con sus cambios de humor y sus ataques de ira.
Tras recibir una paliza, El Profesor le socorre y le cobija, ambos intiman, descubren que comparten gustos e ideas sobre la vida. El Profesor admira de él su belleza, su arrojo y comparte su buen gusto y admiración por el arte más exquisito. Konrad respeta al profesor por su rectitud, su educación y su generosidad. Ambos odian la vulgaridad aunque mientras el primero se aisla de un mundo que ya no es el suyo, el segundo vive la vida a tope.
"Confidencias" |
Tengo muy lejano el recuerdo de su última película, "El inocente" (1975), así que lo dejaremos aquí, en estas historias de familias disfuncionales (¿acaso las hay de otro tipo?), aristócratas cultos y refinados, comunistas, nazis, jóvenes travestis, niñas bien, bailes, orgías y, en una palabra, personajes apasionantes. Grazie, caro Visconti.
Fotos: wikipedia, Sony Pictures, Warner Bros. y Motion Pictures
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