2 ene 2020

Eso del matrimonio


"-Míralos, no parecen felices
- ¿Por qué deberían estarlo? Acaban de casarse."

Cuenta en sus memorias el recientemente fallecido Stanley Donen (1924-2019) que un publicista de la Fox, estudio que distribuyó la película gracias a la intermediación de Richard Zanuck, le preguntó si era una comedia o un drama. Y Donen le contestó "¿Y la vida, qué es?".
Se cumplen 53 años del estreno de "Dos en la carretera", película que para mí no es ni una comedia ni un drama sino simplemente una obra maestra y la mejor obra cinematográfica sobre la vida en pareja jamás realizada.
Hay muchos factores que pueden llevar a pensar el por qué es tan buena "Dos en la carretera": el guion de Frederic Raphael (que también adaptaría "La naranja mecánica" para Kubrick); los títulos de crédito de Maurice Binter; la banda sonora1 de Henry Mancini; el vestuario de Audrey Hepburn, obra de Paco Rabanne y Mary Quant; los protagonistas, unos memorables Albert Finney (que sustituía a Paul Newman) y a la siempre maravillosa (¿acaso cabe otro adjetivo con ella?) Audrey o el enorme talento de su elegantísimo director, Stanley Donen. O, como suele ocurrir en el cine de Hollywood, fueron todos estos factores los que propiciaron esta impereceda obra, un film que pese al paso del tiempo, resulta absolutamente contemporánea pues trata de temas universales como el amor, la vida en pareja, la amistad, la frustración, la infidelidad2...
Mas pensándolo bien, es mejor olvidarse del cómo para centrarse en la película en sí misma, un film de una perfección absoluta pese a la complejidad de su narrativa. Los continuos saltos en el tiempo es algo que pudo quedar anticuado, (Donen imita a la Nouvelle Vague, especialmente a la extrañísima "El año pasado en Marienbad")  sin embargo resulta hoy día tremendamente audaz y, lo que es más importante, al servicio de lo narrado pues  el espectador jamás se pierde con estas idas y venidas hacia atrás y adelante en el tiempo: en todo momento sabemos si estamos siguiendo a una amargada pareja al borde de la ruptura o a unos jóvenes tonteando a poco de conocerse.
Creo que uno de los muchos aciertos de la historia de Raphael está en la forma en la que son intercalados los momentos dramáticos, o más bien serios, con los de pura comedia sofisticada. Ahí, la elegancia de Donen hace más efectivos tanto los unos como los otros, dejando momentos para el recuerdo. En los primeros siempre se me ha quedado grabado la parte en la que Finney le es infiel a su esposa: las imágenes dicen una cosa, la voz en off (una carta) otra. Entre los segundos me quedo con dos: la parte del viaje con el odioso matrimonio y su desagradable hijita y la caída de Finney en la piscina (rodada con buzos pues la Hepburn tenía acuafobia) justo en mitad de una discusión, un recurso del más clásico cine mudo al servicio de un historia contemporánea.
Otra cosa que me fascina de esta película es la forma en la que logra transmitir al espectador los sentimientos de los protagonistas, "metíendolo" en la película, haciéndole partícipe de la alegría, tristeza o incertidumbre de cada uno de ellos. Por ejemplo, la divertida estancia de la pareja en un hotel de lujo cuando apenas tienen dinero para comer o los reproches mutuos cuando ya son padres (excelente esa audaz observación, para la época, de un sexo conyugal "mejor" cuando menos se quieren) o el elegantísmo final, con los automóviles siempre de protagonistas.
Pero que no engañen al lector estos comentarios "episódicos", otra virtud del film es su unidad a pesar de ese carácter fragmentado. Ahí entra en juego el buen hacer del director y sus montadores: Richard Marten ("La huella") y Madeline Gug ("Las diabólicas"), a lo que colabora también algo tan aparentemente superficial como el vestuario de ambos, especialmente de Audrey, adeacuado para cada momento, que nos dice mucho del estado de ánimo de los personajes. Paradójicamente, cuanto más elegantes, más infelices... Mientras rodaban esta película, tanto los dos protagonistas como Donen se encontraban en un buen momento en sus respectivas carreras a la vez que se estaban divorciando. A veces el cine refleja la vida y otras veces ES la vida.
"Dos en la carretera", un film para vivirla más que para verla, de esas que cambian conforme uno se hace mayor, madura o simplemente "vive".

"- Nunca te fallaré
- Yo a ti sí.
- No importa lo que hagas con tal de estar contigo"

Título original: Two for the road
Año: 1967
País: Reino Unido
Dirección: Stanley Donen
Guion: Frederic Raphael
Música: Henry Mancini
Fotografía: Chistopher Challis
Montaje:  Madeline Gug y Richard Marten
Reparto, , , , , , , , , , , 
Productora: 20th Fox

(1) Mancini la consideraba su mejor obra. Aquí un ejemplo
(2) Sólo un genio como Donen lograría que Audrey Hepburn resultara una esposa infiel de manera creíble. 

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