1 ene 2019

El superthriller de los 90

Un tipo me dijo una vez: "No admitas nada en tu vida que no puedas dejar en 30 segundos si la pasma te pisa los talones."
Estrenada en el momento de esplendor de los thrillers de acción, mediada la década de los 90, "Heat" (1995) supone el momento cumbre de la filmografía del irregular pero interesante Michael Mann, que pese a llevar ya por entonces una década dirigiendo sólo se hizo famoso gracias al éxito de la adaptación de "El último mohicano" (1992) y, sobre todo, por ser el creador de la famosa serie televisiva "Corrupción en Miami" de la que posteriormente dirigiría una adaptación cinematográfica. 
Neil McCauley (Robert De Niro) es un experto ladrón. Su filosofía consiste en vivir sin ataduras ni vínculos que puedan constituir un obstáculo si las cosas se complican. Su banda la forman criminales profesionales cualificados pero al realizar un atraco, uno de ellos, asesina a dos vigilantes, algo que va contra el código moral de McCauley quien lo expulsa inmediatamente del grupo. Del caso se ocupará el detective Vincent Hanna (Al Pacino), un hombre que vive tan obsesionado con su trabajo que llega a poner en peligro su vida sentimental. 
La profesionalidad, el deber, la lealtad, son los valores sobre los que se mueven ambos personajes aunque cada uno de ellos a un lado de la ley. No obstante, Hanna y McCauley son muy distintos: el primero tiene una vida familiar desastrosa: su tercer matrimonio está en crisis, su hijastra (Natalie Portman) se siente ignorada por su madre (Diane Verona), su trabajo es para él su prioridad y tiene frecuentes ataques de furia (Pacino está un pelín pasado pese a ser, a mi entender, mejor actor que De Niro).
McCauley es una persona sin raíces, nada sabemos de su pasado salvo que estuvo en la cárcel, a donde "nunca volveré", vive en una casa sin muebles, fría, inspirada en este cuadro  de Alex Colville, sólo confía en su socio, Nate (Jon Voight) aunque tiene una sincera amistad con sus compinches Michael (Tom Sizemore) y Chris (Val Kilmer) con los que hace una vida "normal".
Mas todo cambia, decíamos cuando las vidas de ambos se entrecruzan para dar lugar a lo que terminará siendo un duelo entre dos profesionales que se respetan pero no dudarán a eliminar el uno al otro si no tienen más remedio.
Las mujeres son personajes secundarios pero catalizadores de la acción, seres que cambian la forma de ver la vida de los protagonistas. De un lado está la esposa de Hanna, Justine, quien se siente olvidada por él, está colgada del la marihuana y el prozac y termina por engañarlo sólo para buscar en él una reacción (que logra, aunque resulte inesperada). Lo mismo busca su hija, quien termina intentado suicidarse buscando ese cariño que cree no tener de su madre pese a lograr una cierta complicidad con Hanna. Por su parte Charlene (Ashley Judd) también engaña a Chris pero por distintos motivos: su matrimonio es un volcán de emociones, reproches y crisis mas hay entre ellos un sincero aprecio, un amor leal como quedará reflejado hacia el final, cuando ella prefiere perderlo a que acabe en la cárcel.
Pero sin duda el personaje más importante es Eady (Amy Brennemman), una mujer dulce e inocente que hace recobrar a McCauley la ilusión por vivir hasta el punto de, aparentemente, cambiar su idea de no atarse a nada o nadie. Y digo aparentemente porque al final decide huir solo, quizá también por no arrastrarla con él a  un destino que se intuye trágico, aunque todo quede abierto a interpretaciones.
Decía antes que Hanna y McCauley  se parecen pero no son iguales, esto queda claro en las escenas más importantes del film, como el celebrado segundo atraco, que termina en una verdadera matanza. Uno de los colaboradores de Hanna es herido gravemente mas él no pierde demasiado tiempo y decide perseguir a McCauley ("somos lo que perseguimos", se dice en un momento de la película). Todo lo contrario ocurre con McCauley, el cual no duda en ayudar a Chris pese a que este está herido y puede suponerle un problema para su huida. McCauley, como ya dijimos antes, finalmente deja abandonada a Eady, debido a su obsesión por liquidar a Waingro (Kevin Gage), una vez más, su trabajo e instintos por encima de todo. Hanna, que finalmente acabará con él, vuelve al trabajo tras reconciliarse con Justine sólo cuando esta le deja ir. Pequeños matices, distintos comportamientos, vidas que cambian al tomar distintas decisiones.
Estamos pues ante una cinta que se mueve en claroscuros, como la elegante fotografía de Dante Spinotti, de colores fríos, luces apagadas a veces pero que deslumbran en los momentos cumbre como el duelo final en las pistas del aeropuerto entre policía y ladrón, brillante colofón a una intriga enrevesada en la que hay de todo (traiciones, vida familiar, amistad, acción) y, mérito de Mann que también es el guionista, todo equilibrado lo que hace que sus casi tres horas se pasen volando.
Tampoco querría terminar sin alabar la música de Elliot Goldethal (música electrónica tan de moda en los 90), el montaje (dada la complejidad del film son cuatro los montadores) y los magníficos decorados, todos ellos reales lo cual da una verosimilitud al film realmente extraordinaria.

Créditos
Título original Heat
Año 1995
Duración 172 min.
País Estados Unidos
Dirección Michael Mann
Guion Michael Mann
Música Elliot Goldenthal
Fotografía Dante Spinotti
Productora Warner Bros. / Regency Enterprises

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