Por Doyle
En dacosica nos gustan mucho los cómics, es por ello que creo,
se le debe rendir un sincero homenaje, al que quizás sea actualmente el mejor
guionista mainstream de este medio.
Extravagante, carismático, polémico, subversivo…son sólo
algunos adjetivos (y creo que me quedo corto) con los que se podría describir a
este controvertido autor que además de poseer una enardecida legión de fans,
todo aquello que toca, creativamente hablando, lo transforma en Oro.
Perteneciente a la segunda gran oleada británica que azotó
las costas estadounidenses a mediados-finales de los 80, Grant Morrison no es
un guionista de comics convencional: poseedor de un infatigable espíritu
renovador, un particular estilo de narrativa no-lineal y una serie de ideas
argumentales que desarrollará a lo largo de los años tales como: la humanización y normalización del
superhéroe, la psicodelia y la
cultura underground, los universos
multi-dimensionales o la conspiración
de seres de otras realidades, hacen que no sea un autor del agrado de
todos, o lo adoras o lo odias.
Es también todo un experto en marketing, ha sabido crearse
una imagen pública que sabe explotar como nadie. A finales de los 90 crea su
personalidad de estrella del punk-rock: reconoce haber pasado por una época de travestismo en su vida
y afirma haber sido abducido por alienígenas durante un viaje a Katmandú. Ahora
con unos añitos más en cada pata, mantiene un semblante bastante más comedido
con su nueva imagen de gurú místico,
aunque no reniega de su pasado, lo ve como un camino necesario para su
realización personal.
Como todos los grandes genios, gran parte de su talento y su
singularidad surgen de vivir en un entorno muy peculiar: escocés de nacimiento,
es hijo de un traumatizado excombatiente de la Segunda Guerra Mundial
reconvertido a activista pacifista, y de una madre taseomante (lectora de los
posos del té) que, además de llevarle al cine tres veces consecutivas a ver
2001: Una Odisea del Espacio, le introduciría en el esoterismo y el mundo
espiritual, temática casi siempre presente en toda su obra.
También tiene un tío que poseía una gran librería y es además,
un apasionado de la brujería y la contracultura. Su figura fue decisiva en la
vida de Morrison, ya que fue él quien le
puso por primera vez un cómic en sus manos cuando éste era solo un niño.
Lo bueno de Grant Morrison es que no es otro de esos
escritores literarios frustrados que terminan de rebote, casi por casualidad,
en el mundo del cómic (como es el caso de tantos otros). Él ama con pasión este
medio, lo ama desde que era niño.
Hubo unos años en que los que los superhéroes estaban mal
vistos en su propio medio, eran considerados de segunda categoría (ya escribí
sobre este tema en mi tercera reseña). Sin embargo Morrison es y será un
defensor acérrimo del género superheroico, dejando en cada obra que escribe,
una impronta de grandeza y magnificencia en un intento de hacerlo evolucionar, trascender.
A los 12 años sus padres se separan y se sumerge en un periodo
de tristeza y negatividad, es internado en un colegio sólo para chicos hasta
prácticamente los 19 años. Esto hace que pase una adolescencia un tanto
peculiar —apenas tuvo
contacto con chicas hasta esa edad, pero encuentra en los cómics su refugio, su
manera de contar historias.
A los 17 años comienza a colaborar escribiendo y dibujando en
revistas británicas como Near Myths o 2000 AD, donde aparecerá por primera
vez uno de sus personajes más conocidos que es también su alter ego: Gideon Stargrave (o King Mob). Aquí Morrison crea un personaje a su
imagen y semejanza (literalmente), con el que puede dar rienda suelta a su
particular visión metaficcional de la realidad. Se trata de un agente secreto un tanto pulp, que vive unas aventuras bastante
rocambolescas. Aparecerá años más tarde en su gran obra: Los Invisibles.
Como curiosidades decir que Morrison de joven, estuvo a punto
de triunfar en el mundillo de la música, tocaba la guitarra rítmica y escribió algunas
de las letras para su banda The Mixers.
No llegaron a dar el salto definitivo a la fama, pero hicieron una pequeña gira
por Escocia teloneando a grupos de la talla de Primal Scream o The Jesus and
Mary and Chain.
También ha protagonizado un par de cameos en sendos
videoclips, de temática muy “Morrisoniana”, para el grupo My Chemical Romance:
Animal Man (1988)
Esta es la gran serie con la que se ganó el respeto y la
admiración de la mayoría de sus colegas. Se trata de una aventura con tintes
ecologistas a favor de los derechos de los animales (Morrison es vegano), pero luego,
haciendo uso del que sería su famoso metalenguaje, el argumento
evoluciona hacia algo mucho más complejo:
como la ruptura de la barrera entre
el lector y el personaje de ficción, llegando a su punto álgido en el
último episodio con un desenlace
completamente novedoso e impactante. Aquí nos encontramos a un Morrison
dispuesto ya a cambiar las reglas del juego en el mundillo del cómic.
Doom Patrol (1989-1993)
Aprovecha otra serie que estaba a punto de ser cancelada (al
igual que en Animal Man), para dar rienda suelta a su particular universo.
Utilizando un grupo de superhéroes marginales e inadaptados, hace apología y ensalza la libertad individual frente a los
mecanismos de control de la sociedad, pero al mismo tiempo señala nuestra
incapacidad para alcanzarla, pues el hombre es una marioneta movida por hilos
que escapan a su poder y comprensión.
En esta obra hay claras referencias a la psiquiatría alemana, movimientos de arte como el dadaísmo y el surrealismo, sociedades
secretas...convirtiendo este cómic en una obra indescriptible y delirante
(no apta para lectores neófitos).
Arkham Asylum (1989)
Tal vez si el Batman de Tim Burton no estuviera próximo a
estrenarse, esta novela gráfica hubiera pasado inadvertida para el lector
medio, pero no fue así, vendió 200.000 copias en tan sólo 3 meses y Morrison se
convirtió de repente en millonario.
Dibujado por el genial Dave
Mckean en su mejor momento creativo, no es solo la obra que encumbra a
nuestro autor al estrellato, es también una de las mejores historias de Batman
jamás escritas y una de las novelas gráficas más importantes de todos los
tiempos. Precisamente porque se aleja del convencionalismo del superhéroe, realizando
una oscura radiografía en
profundidad sobre la locura.
Morrison ha llegado a reconocer que se mantuvo 50 horas despierto
con la intención de inducirse delirio para escribir esta novela.
Su trama es, aparentemente, muy sencilla: los pacientes del
psiquiátrico más famoso de Gotham se amotinan, y liderados por el Joker, exigen
sólo una condición para liberar al personal retenido: que Batman se reúna con
ellos en su interior.
Flex Mentallo
(1990-1996)
La separación de sus padres en su niñez y la frustración
sufrida en aquella época quedaría posteriormente reflejada en esta obra que
hace una reflexión sobre la creación, el
valor de los superhéroes y el poder de los mitos. Morrison la considera la primera parte de una trilogía
temática que se
completará con Los Invisibles y
El Asco.
Su protagonista es un tipo supermusculado (parodia de Charles
Atlas un antiguo culturista
famoso en EE.UU. gracias a promocionarse con una tira cómica) que tiene la
capacidad de alterar la realidad flexionando sus músculos y de hacer aparecer un
“halo de héroe” sobre su cabeza.
Esta es una obra que Morrison tiene siempre muy presente por
sus connotaciones
sentimentales (“escribía sobre la novia del chico
dejándole y me pasó lo mismo como cuatro meses después” comenta) y autobiográficas (Flex como alter ego confeso de
Walter –el padre de Morrison– y, de hecho, como idea platónica de “padre”).
Los Invisibles (1996-2000)
Con los millones ganados con Arkham Asylum, Morrison se pega
un año sabático viajando a los lugares más místicos y esotéricos del planeta, a
la par que experimenta con todo tipo de sustancias alucinógenas. El resultado
de todo eso fue: esta compleja obra, y una sepsis estreptocócica (contraída por
bañarse desnudo en el río Ganges) que acaba casi matándolo.
Plagiada por las, ahora ya hermanas Wachowski, para sobre
todo, su primer Matrix (por eso las dos siguientes son tan malas). Es evidente su
influencia en secuencias copiadas de manera exacta: como la búsqueda del mesías
liberador, la similitud física y estética entre Morfeo y King Mob o el salto de
fe que debe realizar Neo en la azotea del edificio durante su entrenamiento. También
se nota la inspiración de la obra de Morrison en el espíritu revolucionario de
sus protagonistas, la ambientación de una realidad sobre-controlada y opresiva,
así como en el diseño de los villanos-máquina de aspecto insectívoro.
Morrison no terminó demandando, a instancia de sus abogados,
ya que estos le informaron que Warner Bros. posee la mayoría de acciones de DC
y su filial Vértigo, que es donde nuestro autor publicó
esta obra (y la línea editorial favorita del que suscribe todo hay que decirlo).
Ahora bien, la trama del cómic, simplificándolo todo mucho,
se basa en como una célula terrorista formada por un grupo de superhéroes muy atípicos,
lucha contra la dominación de unos seres llamados los Arcontes,
que tienen sometida
subliminalmente a la raza humana a nivel mundial: han comprado a nuestros
líderes políticos a cambio de poder económico o social, y se alimentan de
nuestras emociones, desviando nuestra inteligencia lejos de sus aplicaciones
apropiadas y sanas.
Pero no es solo eso, imaginad todas las teorías conspiratorias existentes, juntadlas con los movimientos contraculturales más transgresores, añadidle altas dosis de violencia e ideología anarquista, mezclarlo todo
con esoterismo y drogas psicodélicas y no llegaréis a
acercaros siquiera a la enorme complejidad de esta obra, que el mismo autor cataloga
como mágica.
Solamente puedo decir que si os gusta su particular estilo
narrativo, desde su inicio os atrapará por completo y no os soltará hasta su
último número. Y a cada relectura que le hagáis, descubriréis cosas totalmente nuevas.
Para mí no es solo su mejor obra, sino también la más ambiciosa
y personal de ellas. Es Morrison en estado puro: completamente desatado, puesto
hasta las cejas de todo, y con unas ganas tremendas de cambiar el mundo.
Además de transgredir y provocar, Morrison también es capaz
de adaptarse a la perfección a los cánones establecidos por el establishment. Famoso por coger
colecciones en horas bajas para revitalizarlas y encumbrarlas de nuevo, lo hace
gracias a arcos argumentales muy extensos pero bien estructurados y definidos
en el tiempo. Esta serie tuvo un gran éxito de crítica y público y la devolvió a la primera plana de
la actualidad. Su estrategia consistió en alinear a los principales personajes
de la casa – Superman, Batman, Wonder Woman, Green Latern, Flash, Aquaman y el
Detective Marciano – y enfrentarlos a las más temibles amenazas que pudiera
ofrecer el Universo DC. Morrison logrará de esta manera el éxito no solo aquí,
sino también en series regulares como los
New X-men, Superman y Batman.
En JLA: Tierra 2 vuelve a hacer uso de la meta-ficción
con el sólo propósito de crear una genial y entretenida historia de acción y
aventuras. Un grupo de supervillanos llamado el Sindicato del Crimen de América
(CSA), son ni más ni menos, que la versión negativa de la JLA. Viven en una
realidad paralela llamada el universo de antimateria, en donde son invencibles,
ya que allí el mal siempre prevalece sobre el bien. Allí viajan la Liga de la
Justicia original para tratar de derrocarlos, ayudados por un Lex Luthor bueno (ya
que pertenece a ese mismo universo de antimateria), y dando así, una original
vuelta de tuerca a una de las reglas de oro establecidas para el género
superheroico (el héroe nunca puede ser derrotado).
El Asco (2002)
Esta miniserie es la heredera intelectual de Los Invisibles,
posee el mismo espíritu pero quizás con una menor carga referencial
por la
desobediencia revolucionaria,
aunque si con una mayor preferencia por la
provocación y la irreverencia. Con un mismo dibujante para toda la serie (al contrario que
la anterior que cambiaba de autor casi a cada capítulo) Chris Weston le imprime una coherencia narrativa visual
mucho más consistente, cosa que los lectores le agradeceremos siempre, aunque
en el fondo sea quizás, peor obra que su antecesora.
Esta vez aparece un Morrison más oscuro y depresivo que
centra su argumento y sus personajes en una clase trabajadora gris y alienada.
A partir de aquí vuelve el Morrison más demencial: conspiraciones sobre el
control de la población, fuerzas policiales manipuladoras de la realidad, etc…
aunque también subrayando la idea de la
independencia y de la singularidad entre la masa, de una búsqueda de la identidad, de una moralidad que no tenga que
ser establecida por el inmovilismo sino por el espíritu humano.
Seaguy (2004)
Otra miniserie de 6 números en la que nos encontramos una imaginativa
y sencilla historia llena de momentos sorprendentes. Aquí no importa tanto el destino del viaje argumental, sino la calidad y
diversión que proporciona su trayectoria. Además en el fondo de la trama, subyace
un claro alegato a la libertad individual frente al poder y el control.
Seaguy es un joven superhéroe, retirado y aburrido en un
mundo que hace ya tiempo que carece de
amenazas. Embutido en un ajustado traje de neopreno, comparte el tiempo junto a su fiel compañero Chubby, un atún volador fumador de puros que
es alérgico al agua (genialmente traducido aquí en España con un graciosísimo
acento gaditano). Nuestro protagonista ávido de aventuras, comienza su historia
retando a la propia muerte al ajedrez por mera diversión.
We3 (2004-2005)
Aunque no seáis muy fans de este gran autor, esta es una obra
que os encantará, siendo una de sus
obras más accesibles y sobrias. Retoma su alegato naturalista contra el
maltrato animal, en una bella y emotiva historia, no exenta de altas dosis de
violencia, pero que te llega al corazón (deseando ir a abrazar a tu perro en
cuanto terminas de leerla). Está espléndidamente dibujada por Frank Quitely, autor con el más ha colaborado Morrison en toda su
trayectoria.
El argumento trata de como un
centro secreto de investigación de las Fuerzas Aéreas, lleva a cabo un proyecto
de desarrollo cibernético revolucionario. Las pruebas se realizan en animales
domésticos, manipulados quirúrgicamente para crear un nuevo tipo de cyborg:
criaturas de carne y metal diseñadas para luchar en las guerras del mañana.
Los Siete Soldados de
la Victoria (2005)
Morrison crea aquí él solito,
esta ambiciosa macro-saga de siete miniseries con 4 números cada una y 2 crossover finales, aprovechando
además, para volver a rescatar del olvido a unos estrambóticos héroes de la
vieja DC a los que no
les han sentado nada bien el paso del tiempo.
Estos personajes intentan derrocar, por
separado (ya que sus historias pueden leerse independientemente unas de otras),
a un villano en principio, nada fuera de lo común, pero a medida que avanza la
narración principal, hay un sorprendente giro argumental en la que aparece otra sub-trama todavía más grande: una
devastadora amenaza global que pondrá en peligro a toda la humanidad. Juntos,
estos viejos y oxidados héroes, deberán alzarse y trabajar unidos (muchos sin
saberlo o sin llegar a encontrase unos con otros) para salvar al mundo.
Se trata de una historia que explora la naturaleza del
heroísmo y el sacrificio, el bien contra el mal, el héroe
dispuesto a darlo todo por algo más grande que él mismo, pero todo ello aderezado con otra
singular actualización de conceptos: como el contraste entre el héroe más clásico
y el superhéroe más moderno.
All Star Superman
(2006)
Para muchos esta es la mejor obra de Morrison, y dicen que
también es el mejor comic de Superman
jamás escrito. Lo que es seguro es que es uno de los mejores comics de superhéroes de la última década. Repitiendo
colaboración con el talentoso Frank Quitely, ambos realizan este hermoso, conmovedor y nostálgico homenaje
al género superheroico, desde el profundo cariño y respeto que siente el
autor hacia este personaje y a este medio.
De su argumento es mejor saber poco o nada creedme, tan sólo
decir como curiosidad, que el inicio del proceso creativo y la genial portada
de su primer número en
la que vemos a Superman sentado en cuclillas, cómodo, relajado, que mira al
lector con una expresión de serena tranquilidad, están inspirados en una
experiencia real que tuvo Morrison con un fan en la Comic-Con Internacional de
San Diego del 98, en la cual mantuvo una “chamanística” conversación con él
como si fuera realmente Superman: “Estaba
dando vueltas y pensando cómo afrontar este reto cuando levanté la vista para
ver a un tipo vestido como Superman cruzando las vías del tren. No era el
típico tipo de una convención, flaco con un traje mal ajustado, este tipo
realmente se parecía a Superman. Era un momento demasiado bueno para dejarlo
pasar, así que me acerqué a él, le dije lo que estábamos tratando de hacer y le
pregunté si no le importaría complacernos contestando algunas preguntas sobre Superman
y lo hizo ... ¡metido en el personaje y con voz de Superman!”.
“Hablamos durante una
hora y media y luego, al anochecer, se fue con su amigo (no, no era Jimmy
Olsen, tristemente). Me senté y pasé el resto de la noche garabateando página
tras página notas de Superman hasta que salió el sol”.
“Todo mi acercamiento a
Superman había venido de la manera en la que este individuo había estado sentándose,
tan fácil, tan confiado, como si, invulnerable a todo daño físico, pudiera
relajarse completamente y ser espontáneo y cálido. Aquella postura, sentada en
el bolardo, con una rodilla hacia arriba, la capa que colgaba ahí, cómo nos
hablaba…me pareció que era todo lo opuesto a una mirada apretada y con músculos…
que el personaje a veces se divierte, y esa era la clave de Superman para mí”.
Su etapa en esta serie regular gira alrededor de la premisa
de la muerte de Batman y en todo lo que sucede mientras él no está, utilizando el simbolismo de la caída-redención-renacimiento
del héroe mitológico. También tiene la controvertida idea de intentar
aglutinar en una sola línea temporal todo lo ocurrido a este personaje en sus
75 años de vida, decisión que no gustó a los fans más puristas del murciélago
pero que, por otra parte, es tremendamente original.
Para Batman INC.
miniserie de 4 números, desarrolló una idea argumental que dice surgir como una
evolución natural del personaje: crear un Batman con mentalidad empresarial.
Partiendo de la base de que su identidad pública es la de un excéntrico
empresario multimillonario: Bruce Wayne se dedica a abrir sucursales de Batman
alrededor del mundo con la clara intención de privatizar la seguridad en las
ciudades y convirtiendo al personaje en el capitalista definitivo. Esta obra
posee además uno de los desenlaces más bonitos y dramáticos en la historia del
personaje, con un Batman muy humano (al
contrario que el Batman “militarizado” de Frank Miller) al que no estamos muy acostumbrados a ver.
Joe el Bárbaro (2010-2011)
Este nuevo proyecto responde a la obsesión de Morrison por
los relatos de fantasía que tenía cuando era joven leyendo a J.R.R. Tolkien, Alan
Garner, Susan Cooper, Robert E.
Howard o Michael Moorcock. Esta miniserie de 8 números está
escrita como una fábula o un cuento de hadas, pero en realidad oculta un relato de auto-superación y una historia
de crecimiento personal en clave de fantasía épica.
Joe es un adolescente con un gran talento para el dibujo cuyo
padre murió en la guerra de Irak, es diabético, algo solitario y sus compañeros
de clase se burlan de él constantemente. Después de un día terrible en el
colegio, llega a su casa y cae en un coma diabético. Dentro del coma, Joe
observa que sus juguetes y figuras de acción están vivas y en peligro.
Para ir concluyendo y aunque sea meterse ya en terreno esotérico,
hay que recalcar que para nuestro autor los comics no son sólo una forma de
contar historias, es también una manera de hacer evolucionar este género, de
llevarlo a un plano superior, de hacerlo trascender. Pero no solo al comic en
sí mismo, sino también al propio lector.
Morrison siempre ha dicho insistentemente que el conjunto formado por Flex Mentallo, Los Invisibles y El Asco supone
una trilogía cohesionada en forma de súpersigilo, un tipo de
sello mágico adaptado que es transmitido a través de obras artísticas, además
de ser una herramienta de trascendencia para magos y alquimistas aunque, en el
marco de la Magia del Caos de la que Morrison es practicante, es
también y cito textualmente: “una expresión neoplatónica simple que encierra un concepto teórico abstracto y complejo” (telita…).
Leer a Morrison es algo distinto, es diferente, es algo que
no vas a leer en ningún otro tipo de comics. Desde mi personal punto de vista
creo que es un autor que es capaz de abrir la mente del lector, abre puertas
que tenías cerradas y hace que veas las cosas de una manera diferente. Cambia
tu percepción de la realidad. Te hace sentir que el espíritu del comic no es
sólo una historia de superhéroes, sino que hay otra narración detrás,
aportándote más cosas de las que en principio esperabas. Sus obras son casi siempre
muy emotivas, logrando hacerte reflexionar, y esas son, para mi gusto, las mejores
de todas.
Pero también es cierto que muchas de sus lecturas no son nada
fáciles de digerir, a aquellos que queráis leer a Morrison por primera vez, os
aconsejo que empecéis con obras “fáciles” como We3, JLA: Tierra 2, Seaguy o All
Star Superman…miniseries autoconclusivas para ir cogiéndole el puntillo a este
gran escritor, antes de embarcaros en el delirante viaje psicodélico que os
esperará con su “Trilogía Mágica” o la esquizoide Doom Patrol.
Termino adelantando que, próximamente en dacosica volveremos
a hablar de este autor y sus archiconocidas rivalidades con otros autores del
género, ya que es un tema muy interesante, que da para al menos, otra entrada en
este blog.
No hay comentarios:
Publicar un comentario