14 jul 2012

Aquel verano

El verano es la época más especial del año, sobre todo cuando eres un niño. Con el paso de los años los recuerdos se acaban perdiendo en la memoria y poco a poco desaparecen o se confunden unos con otros dejando como regalos los que verdaderamente merecen la pena, recuerdos que hoy voy a compartir con ustedes.
Para mí el verano es una playa en la provincia de Huelva sin comienzo ni fin, infinita, ancha, de arena clara y fina; entre sombrillas y toallas gente joven y mayor, con niños jugando, pandillas de amigos sentados en círculo, recordando la noche anterior y haciendo planes para la siguiente; una radio por la que suena "Venus" de  Bananarama, niños jugando a la puerta de un bloque de apartamentos, uno lleva una camiseta verde  con una caricatura de Summers que dice “VIVA ER BETI MANQUE PIERDA”, ¿verdad o atrevimiento? Y de repente…un inesperado beso de una chica (en la mejilla, claro).

El verano es también un pueblo de León de frías mañanas, excursiones, paseos hasta un molino ruinoso junto a un río, fantas de naranja en el bar del pueblo y partidas al futbolín, dulces de la abuela y una caja de hojaldres.  Y la vuelta a casa en coche, música de Los Panchos y los Indios Tabajaras  sonando en un cassette ronroneante.

También puede ser una casa en un pueblo de las rías bajas gallegas; una gran casa con muchas habitaciones y la TV portuguesa sonando en el salón; marisco y un enorme incensario que oscila por la nave lateral de cierta Catedral llena de peregrinos que se dan de coscorrones contra una cabeza de piedra; un río que desemboca en el mar Atlántico, olor a eucalipto y una playa de aguas frías llena de algas.

O una playa de nombre vasco en Cantabria, a un lado una montaña enorme, al otro un faro y los muros grises de una fortaleza que esconde una cárcel; un hostal de camareras amables y risueñas “¿quieres más cola-cao?” “¿otra tostada?”; una sala llena de gente viendo una tele de la que suena la sintonía de “El coche fantástico” o “El halcón callejero”. Una excursión a la ciudad elegante con un palacio y ver ponerse el sol en el faro del fin del mundo, o sea, el Cabo de Ajo.

Pero la mayoría de los veranos fueron en casa, a veces Mundial de fútbol por la TV, una bicicleta BH, pasear para ver como dos ríos que se juntan, noches con las ventanas abiertas, tormentas de verano; tumbado sobre el capó del coche, escuchando la música de una película de aventuras galácticas una estrella fugaz cruza el cielo… Sir James Matthew Barrie tenía razón:
“Dios nos dio la memoria para que pudiéramos tener rosas en diciembre”

2 comentarios:

Mr. X dijo...

Muy machadiano, dacosica

Sil dijo...

El verano...la mejor época del año...por lo menos cuando duraba casi 3 largos meses y no sabías cómo pero se pasaba volando. Ahora es distinto, eres mayor, y con 15 días es suficiente (si pueden ser 15!!), y hay veces en la que no haces nada diferente de lo del resto del año...