Eurocomic (III)

El comic ha sido (y es) una de las artes más libres y audaces. Además, aprovechando su popularidad y cercanía, al contrario que otras formas más elitistas, ha logrado acercar temas y formas a la gente sin distinción de edad, clase o potencial económico. La libertad que otorga el dibujo y el guión sólo tiene el límite de la imaginación de lo autores. Así pues, el erotismo campa a su anchas y permite deleitarse al lector desde mucho antes que lo hiciera, por ejemplo, el cine.
Aunque casi todos los autores se han visto tentados por el género, hay uno, el italiano Maurillio ´Milo´ Manara (1945) que es el que goza de mayor popularidad. Comenzó intentando ser pintor pero al no lograr el éxito terminó dedicándose a un género considerado menor como el comic. Su primer gran éxito "Jolanda de Almaviva" es el que marca su línea a seguir. Luego vendría la exitosa saga "El click", "El Gaucho", etc. Colaboró con Fellini (todo un erotómano), al que dibujó varios carteles de sus películas, y este, planeó rodar un par de historias de Manara que al final no salieron adelante. También ilustró la novela de Pedro Almodóvar "Fuego en las entrañas" y distintos carteles de varios partidos políticos de izquierdas. Para la crítica especializada es un buen dibujante pero sus historias son elementales, así pues los resultados mejoran con guionistas como en el caso de la brutal y desmelenada "Los Borgia", guión del inclasificable Jodoroski.

Alan Moore no está especializado en el género, aunque siempre hay escenas fuertes en sus obras (Watchmen, From Hell, V de Vendetta) pero ha dejado para los amantes de lo erótico una obra maestra: "Lost girls". Dibujada por la que luego sería su pareja, Melinda Gebbie, en ella repite la fórmula de "La liga de las caballeros extraordinarios" y une a tres personajes de la literatura clásica: Alicia ("Alicia en el país de las maravillas"), Wendy ("Peter Pan") y Dorothy ("El Mago de Oz") convertidas en unas desinhibías mujeres que se entregan a las prácticas sexuales más variadas (hetero, homo, sado, fetichismo...) en un hotel en los albores de la Primera Guerra Mundial. Una obra excelente, multipremiada, con un dibujo colorista e infantil, que le causó no pocos problemas y acusaciones de lo más variado.