Bueno, ahora hablando en serio, son para mearse de risa lo de los argumentos empleados por algunos durante la fase de discusión de la ley, entre ellos lo de llamar asesinos a los toreros (!) y violadores (!!!) a los espectadores. ¡Cuidao! que esto lo espetó un filósofo y se quedó tan ancho. Esto es mezclar las churras con las merinas y haber perdido el norte completamente. Vamos, que matar a una persona o forzarla sexualmente es lo mismo que una corrida de toros. Sinembargo, es superdiver emborracharse en San Fermín ¿eh?.
La fiesta de los toros se muere y tarde o temprano desaparecerá. Es algo que a mi personalmente me apena pero desde un punto de vista estético y simbólico, porque hay que reconocer que, fríamente, es maltrato animal. Sólo respeto la posición de los defensores de los animales, no de los políticos que usan la fiesta nacional como instrumento para otros manejos sin tener en cuenta a la gente de la profesión, el negocio y los puestos de trabajo que genera. Me quedo con lo que pronto será un recuerdo, el glamur de épocas pasadas, de artistas como Ernest Heminway, Orson Welles, Ava Gardner, Rita Hayworth y las obras que ha inspirado a Goya, Picasso o Dalí.