Acaba ya la temporada de fútbol porque el Mundial, comprado por los jeques, se tendrá que celebrar en invierno, so pena de causar lipotimias y desmayos entre futbolistas y público. Odio, como mucha gente, el fútbol moderno pero no puedo dejar de verlo, es como una droja en el Colacao.
Empezando por La Liga de Fútbol Prostituído (que diría Javier Ares), y pese a que el presidente de la RFEF es un personaje siniestro, pelota y servil, un tipo que ya estuvo implicado en presuntos amaños cuando era futbolista, nos la hemos llevado de calle, jugando con la p***a fuera y aprovechando el patético nivel, todo hay que decirlo, de Pateti y Farselona. Pese a las escasas rotaciones, pese a las manías casi suicidas en poner a ciertos futbolistas en mal momento de forma o escasa capacidad para un Real Madrid (Kroos, Carvajal, Asensio) y sacar poco provecho de otros (Camavinga, Valverde) hay que reconocer que Ancelotti ha hecho un buen trabajo en la competición doméstica que ha terminado, curiosamente, sin demasiadas sorpresas ni en los puestos europeos ni en el descenso.
De la liga, me quedo con nuestra segunda parte contra el Sevilla o nuestro partidazo en Pamplona, territorio siempre hostil.
Pero, sin una duda, lo de la Champions es algo épico, por más que nuestro querido club (clab, para Carletto) tenga la saludable constumbre de ganarla con más frecuencia que nadie pese a su evidente dificultad. Seis títulos en ocho años, nada menos, y eso que empezamos de manera irregular, perdiendo en casa con un equipo de nombre ridículo (Sheriff Tiraspol) en uno de esos partidos que se pierden porque el fútbol es así.
Tras una vergonzosa (luega vendrían más) chapuza de la GÜEFA, nos cambiaron el sorteo de octavos y, del aparentemente cómodo Benfica pasamos al PSG, club que atenta contra el fútbol en su espíritu e idiosincrasia. Tras una ida lamentable, en la que pudimos ser goleados, en la vuelta todo parecía ir de mal en peor con un 0-1 de Mbappè, (desde ahora, Mpesetè) hasta que pareció el condenado Benzemá y con un triplete para la historia, volteó el resultado, prórroga incluida. Hay que detenerse en este partido porque marca el rumbo de nuestro equipo en adelante: penal detenido a Messi en París por Courtois e implicación directa mediante asistencias de Rodrygo Goes (Goles) en la remontada. Futuro y presente del clú.
La asistencia de Modric a Rodrygo contra el Chelsea |
Contra los campeones, el Chelsea, se hizo en Londres el partido de la temporada pero en Madrid casi la cagamos. Alí Benzemá y aquí Rodrygo, fueron fundamentales. También emergieron dos jugadores llamados a ser el nuevo centro del campo merengue en la próxima década: Valverde y Camavinga. Jugadores poco valorados por la prensa y sin demasiado cartel (son de los peor pagados de la plantilla) han demostrado que pueden tomar el relevo de un Kroos poco afortunado y un Modric al que ya, ni su infinito talento, impide ver que no está para 90 minutos a tope.
En semis nos esperaba el siniestro pero temible Pek Guardrogas, que nos había eliminado claramente dos años antes y parecía tenernos cogida la medida. En el Etihad se vio un partidazo, 4-3, que dio la impresión de ser un buen resultado para los de Manchester. En la vuelta, más de lo mismo pero al cuadrado: necesitábamos dos goles en el minuto 90 para meternos en la final. Pues nos metimos, o mejor dicho, nos metió Rodrygo.
La final fue más típica, un partido táctico, de marcador corto, con ocasiones para los británicos y goles (porque nos anularon uno de escándalo) españoles. Thibaut, sacó la poia a pasear y con nuestros centrales a todo poder, levantamos la 14ª. Hasta Carvajal se redimió y es que, el Real Madrid es una de las pocas cosas en la vida que supera tus expectativas.
¡Hala Madrid, hijos de puta!
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