En 'Driver', "El conductor" y "El detective" son dos profesionales con sus propios códigos. |
En 1979 llega la película que marcará su carrera, Los amos de la noche (The Warriors) libre versión de la novela de Sol Yurick , inspira a su vez en la Anábasis de Jenofonte. Una pandilla de la ciudad de Nueva York tiene que regresar a su territorio, Coney Island, después de que son inculpados por el asesinato del respetado líder que pretendía unir a todos los grupos. De una plasticidad y fluidez narrativas insuperables, es un clásico ya del cine moderno aunque, curiosamente, ciertos incidentes en su estreno la convirtieron en un film que no cosechó gran éxito en su momento. Como explica Walter Hill en esta entrevista logró superar el enorme riesgo de parecer ridícula por su estética transmitiendo el aliento épico de la historia.
'La presa' más que un film bélico es casi una película de terror |
No tuvo tanto éxito cuando en 1981 estrena "La presa", donde repiten algunos actores de sus anteriores films y que a mí me parece uno de sus mejores películas. Construida con precisión y un notable sentido de la tensión, nos cuenta la historia de un grupo de miembros de la Guardia Nacional de maniobras, acorralados por los nativos "cajun" de una zona pantanosa de Louisiana, donde las condiciones ambientales y el propio miedo de los protagonistas a lo desconocido lleva a momentos casi de cine de terror. Una película de lenguaje procaz, viril, de sufrimiento y supervivencia con un ambiguo final. Fue tomado, pese a que el director asegura que no lo pretendía, por una parábola sobre Vietnam.
Nolte, Hill y Murphy durante el rodaje de 'Límite: 48 horas' |
En 1984 llega "Calles de fuego" de la que ya hablé aquí, es una de sus mejores películas y además de repetir sus temas recurrentes (héroe solitario, música y acción) le añade un estilo de cómic evidente que es su otra gran pasión.
Tras "Calles de fuego" viene "El gran despilfarro" una anomalía en su filmografía y pese a algún momento interesante, una comedia totalmente fallida. No he visto "Cruce de caminos" (1986) una cinta sobre un joven guitarrista de Blues, interpretado por Ralph Macchio, pero sí su siguiente film, la extraordinaria "Traición sin límites". Thriller fronterizo, protagonizado por un vehemente Nick Nolte, narra una enrevesada trama de amistades traicionadas, triángulo amoroso, mercenarios con honor, tráfico de drogas y México como infierno y a la vez paraíso perdido. Equilibrada, brillante por momentos, con tiroteos magistrales, recuerda en su final a "Grupo salvaje" de Peckinpah, un western travestido de film policial y una reflexión sobre la profesionalidad, el deber y la nobleza con una María Conchita Alonso sufridora y supersexy. Una lástima su sonoro fracaso en taquilla que condiciona el resto de su carrera.
'Traición sin límite' es un western "disfrazado" de policial contemporáneo |
En 1992 rueda "El tiempo de los intrusos" (pendiente de ver también) y al año siguiente, gracias al resurgir del western impulsado por el éxito de Kevin Costner y Clint Eastwood, dirige la soporífera "Gerónimo, una leyenda" biografía parcial del jefe indio que no pasará a la historia como uno de sus mejores films, tener a Matt Damon siempre es una rémora. No cabe, por suerte, decir lo mismo de la espléndida "Wild Bill" (1995) basada en la vida de Wild Bill Hickok, con un gran reparto que incluía a Jeff Bridges, Ellen Barkin, John Hurt y a viejos conocidos de su cine como Bruce Dern o Keith Carradine. Casi una pieza de cámara por cuanto la mayoría del metraje transcurre en saloones e interiores, es una reflexión sobre la realidad y la leyenda, un film más cercano a Ford que a su querido Peckinpah, no exento de cierta desmitificación pero siempre mirando con respeto cuando no cariño a unos personajes fuertes y bien definidos, su último western y una maravillosa película.
Tras rodar "El último hombre", remake de "Por un puñado de dólares" (1964, Sergio Leone) o, mejor dicho de "Yojimbo", (1961, Akira Kurosawa), Hill rueda la que sería su primera y única incursión hasta el momento en la ciencia-ficción: "Supernova".
Lastrada por enormes problemas de producción (sobrecostes, cambios en el guion, retirada de Hill antes de terminar, montaje de los productores) que llevaron, y esto lo leí en la revista "Dirigido por.." en la reseña de su estreno, a ser terminada por Francis F. Coppola, no es el desastre que se dijo en su momento y, creo, se ve beneficiada de tanto vaivén hasta convertirse en una auténtica rareza, con momentos realmente confusos pero inquietante, espectacular y muy entretenida. Un film a recuperar.
Desde ahí hasta hoy no he visto nada de Hill, le perdí la pista aunque me alegré mucho del éxito de su serie "Deadwood" (2004) en la nueva edad de oro de las narraciones catódicas. También obtuvo mucho éxito la miniserie "Los protectores" (2006), ambas producciones que le permitieron regresar a su género favorito, el western.
No obstante ni "Invicto" (2002) ni "Una bala en la cabeza" (2012) logran recuperar el éxito de antaño de su realizador ni de sus protagonistas, unos caducos Wesley Snipes y Sylvester Stallone, respectivamente.
Y llegamos a la actualidad. Hill ha colaborado en dos comics, basados en guiones suyos que nunca se realizaron y continua con la saga del letal alienígena con dos films más de la mano del director de la original, Ridley Scott: en ambas opta por olvidarse de Ripley tomar un nuevo camino lo cual es digno de admirar en este época de remakes y repetición de fórmulas.
'Dulce venganza' última incursión, hasta la fecha, de Hill en la dirección |
Adaptada con el título de "Dulce venganza" (2016), es un film claramente serie B, en la que dirige por primera vez a su amiga Sigourney Weaver, en el papel de una vengativa y fría cirujana, la cual cuenta toda la historia en un flashback que sirve para esconder la sorpresa final que no descubriré. No es lo mejor, sinceramente, que ha hecho Hill pues parece un cruce entre "La piel que habito" (2011, Almodóvar) y "Por un puñado de dólares" además de contar con una protagonista (Michelle Rodríguez) tan sexy como endeble. Mas tiene a su favor el oficio del director, el trabajo de la Weaver y una gran fluidez narrativa que junto con sus escasos 90 minutos la hacen llevadera.
Bueno pues así es el cine de Walter Hill, o así me lo parece, un director y guionista de los que ya no quedan y que no debería caer en el olvido, de las nuevas generaciones depende.