Nobel para un liberal

Con Mario Vargas Llosa, flamante premio Nobel de literatura, me pasaba lo mismo que le pasaba a Sofía Mazagatos: lo seguía, me interesaba lo que decía...pero no había leído nada suyo. Bueno, pues yo ya he cumplido y me he leído algo de él.

Se trata de un compendio de artículos que el Nobel escribió a comienzos de los 90 en el diario EL PAÍS (que por cierto está de aniversario) titulado "Desafíos de la libertad" (1994) y es un ejemplo perfecto de su certera labor como analista político. Muestra su desesperanza con iberoamérica, en espacial con su querido Perú, controlada por dictadores populistas; su admiración por la criticadísima Margaret Thatcher, de la que es amigo personal y a cual defiende a capa y espada. Argumenta su idea de un liberalismo económico y social. Habla de las virtudes y de las carencias de la democracia, destaca sus beneficios pero desnuda sus debilidades. También hace comentarios certeros sobre el comunismo (entonces en pleno desmoronamiento) y sobre el terrorismo (con previsiones que resultan inquietántemente acertadas) además de dejar un párrafo memorable que no me resisto a reproducir aquí. El artículo versa sobre el centenario del nacimiento de De Gaulle y de cómo este, con la polémica decisión de irse de Argelia, favoreció el asentamiento de la democracia en Francia, que estaba al borde del caos:

"La intensidad y la excitación, indispensables para la vida, busquémoslas en otra parte: en las ciencias, en las artes, en la vida individual, en el amor, en los deportes, en los viajes, en la religión, en los negocios. En cualquier parte menos en la política"

Al terminar el libro saco dos conclusiones: ahora estamos mal pero entonces no estábamos mucho mejor y que este hombre escribe con una agudeza y brillantez insuperables. Señor Vargas Llosa, ya tiene un admirador más.