24 feb 2023

Daisy Miller



Adaptación de la novela corta de Henry James, "Una señorita rebelde" (Peter Bogdanovich, 1974), marca el inicio del declive del realizador neoyorkino, al que seguirían el musical "Por fin un gran amor" (1975) y el film sobre el inicio del cine "Nickelodeon, así empezó Hollywood" (1976), todos fracasos de taquilla y escasamente apreciados por la crítica, al menos entonces. 

Volviendo a la película que nos ocupa, su gestación fue bastante laboriosa, pasando, al menos, por dos directores más antes que Bogdanovich: Orson Welles y William Friedkin, socio (con Coppola) de Bogdanovich en la fugaz productora The Directors Company. Finalmente es Bogdanovich el que se decide a dirigir y producir, contando con su entonces pareja, Cybill Shepherd, como protagonista, la cual realizaría una excelente interpretación. 

La historia es muy fiel a la novela, sólo deja un par de escenas que se usaron del guion original del prestigioso Frederic Raphael, una de ellas la del balneario entre la tía y el protagonista, Winterbourn (Barry Brown). La primera parte se desarrolla en Vevey, Suiza, donde una madre despistada (la gran Mildred Natwick) y sus dos hijos: un niño desobediente y sin dientes, que siempre está comiendo caramelos (Randolph) y Ann, una joven parlanchina, pizpireta y muy bella a la que todos llaman Daisy pasan sus vacaciones. Winterbourn es, como ellos, un norteamericano en Europa, pero, al contrario que esta peculiar familia (cuyo patriarca está demasiado ocupado ganado dinero en EE.UU) él lleva años estudiando allí y se ha adaptado completamente a las tradiciones y comportamientos del continente. Aquí destaca el primer conflicto del film y de la obra: las evidentes diferencias de carácter y costumbres que marcarán el destino de los personajes, algo que James sabía de primera mano pues vivió más en Reino Unido que en su tierra natal.


Winterbourn toma contacto con el travieso Randolph, con el cual termina simpatizando para luego quedar, primero sorprendido y luego fascinado con su hermosa y encantadora hermana. Daisy, más que una mujer rebelde como denota el título en España, es una persona libre, que no rinde cuentas ante nadie y le importa poco lo que los demás piensen sobre ella, un pecado en su clase social, lo cual termina imposibilitando su adaptación (y la de su familia) al ambiente Europeo. Winterbourn, es la otra cara de la moneda. Ha estudiado desde joven en Suiza, es un joven refinado y elegante, de costumbres sencillas pero aburridas, visita en el hotel a su severa tía, la señora Costello (Cloris Leachman, cuyas advertencias serán proféticas), por lo que la aparición de Daisy termina siendo un soplo de aire fresco en su vida. 

El periplo suizo termina con un paseo por el castillo de Chillon, donde Winterbourn abruma a Daisy con su elocuencia y conocimientos y ella a él su simpatía y autenticidad pues en Daisy, como veremos después, no hay maldad, a lo sumo algo de picardía y sana coquetería. 

Enseguida la acción pasa a Roma, donde se vivirán los momentos más intensos y dramáticos de la trama. Para empezar, Winterbourn ha llegado semanas después que los Miller, para enfado de Daisy, y esta se ha dedicado a alternar y pasear con sus amigos italianos. Segundo detalle clave, las diferencias de clase entendidas como separación entre personas que no se deben mezclar. Aquí aparece el personaje negativo de la trama, la señora Walker (una sibilina Eileen Brennan) la cual presiona a Winterbourn para que aísle a los Miller y se aleje de Daisy por su forma de vida. En estos momentos la fotografía de Alberto Spagnoli y el vestuario (ganador del Oscar) lucen en todo su esplendor. Largos paseos en Villa Borghese, el foro romano, las termas de Caracalla y, en el momento más dramático, un Coliseo oscuro, sucio, amenazante pero con una arrebatadora y sensual Daisy riendo junto a su novio italiano, el simpático cantante Giovanelli (Duilio del Petre) el cual tampoco es del gusto de los norteamericanos instalados en Roma hasta el punto en el que la señora Walker no le deja entrar en su fiesta haciendo que Daisy prefiera irse con él. 

Todo el periplo romano resulta memorable y Bogdanovich logra lo que todo director competente debería ser capaz de hacer: narrar con imágenes lo que sucede haciendo que uno se olvide de su origen literario y la acción avance más por lo que se ve que por lo que se dice. Las miradas entre Daisy y Winterbourn, ese momento en el que ella le mira de frente, directamente, deseando que reconozca lo que siente por ella, confesándole que nunca se casará con Giovanelli es, sin duda, el momento cumbre del film en el que el protagonista se ve superado la situacion, su propia cobardía e incapacidad para expresar lo que siente. Desde entonces hasta el final todo nos lleva a pensar a que algo malo sucederá, un halo de fatalismo planea por la película como la epidemia de cólera que hay en la ciudad y que, pese al riesgo, la protagonista parece ignorar pues desea vivir ante todo. 


Un film que culmina, como no podía ser de otra manera, en un cementerio, con Winterbourn tratando de consolar al pequeño Randolph, éste le lanza una mirada de tristeza y rencor realmente desoladora. La desgracia se ha cebado con una familia cuyo único pecado fue ser ellos mismos, Winterbourn observa como todos los allí presentes se alejan de él, quedando finalmente solo. La figura de Brown, en ese momento, congelada y fundida en una luz cegadora termina por ser la imagen misma de la tristeza. La imagen de una oportunidad perdida para siempre. Winterbourn, que se podía traducir por invierno que arde, es un personaje al que Barry Brown hace suyo en la que es una interpretación que trasciende lo cinematográfico dado el trágico final del actor y escritor estadounidense. 

Un film bello, triste y que habla, desde el pasado, de sentimientos universales. 

Título original:

Daisy Miller

Dirección 

Peter Bogdanovich 

Reparto

Cybill Shepherd, Barry Brown, Cloris Leachman, Mildred Natwick, Eileen Brennan, Duilio Del Prete, James McMurtry, Nicholas Jones, George Morfogen.

Duración

91 min.

Guion

Frederic Raphael (Historia: Henry James)

Música

Angelo Francesco Lavagnino

Fotografía

Alberto Spagnoli

Compañía

The Directors Company

referencias: Una señorita rebelde (1974) - IMDb

8 feb 2023

En un futuro no muy lejano

El futuro es, en las obras de género fantástico, generalmente oscuro e inquietante. Estamos viviendo una obra de ciencia-ficción hoy día. No pregunto, afirmo pues estas obras que recientemente he leído me dan la razón.

Adaptación televisiva de "El fin de la infancia", según canal SciFi
El fin de la infancia, Arthur C. Clarke, 1953

Una de las primeras y más reconocidas novelas del autor de "2001: una Odisea en el espacio", pertenece sin duda a la época de esplendor de la sci-fi, cuando deja de ser un género menor y pasa a tener el prestigio que siempre mereció.

La historia comienza en la actualidad (en la que se escribió la obra, años 50), cuando una raza alienígena llega a la Tierra con fines pacíficos. Tomando al Secretario General de la ONU como interlocutor y única persona con la que hablan directamente. Logran darle a la humanidad el impulso definitivo para que llegue, poco a poco, a su cénit tecnológico y a una paz mundial, pues nadie se atreve a desatar una guerra por miedo a los, así llamados, Superseñores. Pero el misterio y la incertidumbre crecen con el tiempo pues nadie conoce su aspecto ni sus auténticas intenciones.

Resulta realmente impresionante lo actual de la trama por más que resulte tan descabellada. Una raza superior que, en nombre del progreso, lleva a la humanidad a su fin; el aspecto de la misma, que lleva a fáciles interpretaciones cristianas (quizás demasiado evidentes) sobre el origen del Universo; las reflexiones sobre el avance de la tecnología; la presencia de grupos subversivos que creen antes en el libre albedrío que en el "progreso" (y su condición de oposición totalmente controlada sin saberlo); la curiosidad innata del ser humano (individualmente, no como colectivo) que le lleva a investigar lo que hay detrás de esos seres aunque eso le lleve a sacrificarse en un viaje de no retorno... Tantas cosas en una obra que se hace breve y que tiene merecida su fama de ser la mejor de su autor. Imprescindible.


Batman, justicia digital, Pepe Moreno, 1990. Ed Anaya.

Pepe Moreno es incansable autor que nunca se ha puesto límites y ha logrado ser reconocido en las américas y en nuestra tierra aunque sin centrarse en los cómics, pues los videojuegos y las últimas tecnologías siempre han sido su principal interés. 

Como él mismo comenta en esta entrevista, con motivo del 50 aniversario del hombre murciélago surgió la posibilidad de hacer un cómic especial, en su caso, orientado a la imagen por ordenador, siendo el primer cómic de Batman completamente digital.

Realizado con el ya mítico Mac, de los primeros de 16 bits, la trama resulta interesante por más que remita/homenajea a 'Blade Runner ' (Ridley Scott, 1982) y otras obras de ciencia ficción cinematográfica y literarias ("Robocop" y "1984", sobre todo). Por muy tópica que suene, la idea de una limitada élite que controla el mundo (aquí Gotham) y la posibilidad de que, mediante la tecnología, seamos controlados y podamos perderlo todo (como le pasa al protagonista) si somos críticos con el poder ya no es una elucubración sino una realidad. 

Como única pega, el dibujo resulta a menudo inevitablemente inexpresivo y la acción escasamente dinámica y además el guion no puede solucionarlo de otra manera. Con todo, una obra recomendable y de actualidad como toda ciencia- ficción de calidad.

Ilustración de Phil Parks para la novela

Nick y el Glimmung, Philip K. Dick, 2017 (en España)

Única novela juvenil del prolífico autor de "El hombre en el castillo" , la cual no había sido publicada en España hasta hace bien poco. La historia gira alrededor de Nick, un niño que vive en la Tierra y se encuentran un gato al que adopta como animal de compañía. Mas en un futuro no muy distante, las mascotas están prohibidas y, ni cortos ni perezosos, Nick y sus padres deciden emigrar al planeta Labrador aprovechando está circunstancia. Allí tratarán de convertirse en granjeros (pese a no tener ninguna experiencia) más, sin quererlo, se ven involucrados en una curiosa batalla entre las no menos extravagantes criaturas que lo habitan. Una especie de "Dentro del laberinto" (Frank Oz) pasada por la paranoica mente del autor de "Ubik" que no se pierde en disquisiciones extrañas.

Al parecer, decíamos, esta es una singular obra para los más jóvenes y, la verdad, deja con ganas de más: es fácil de leer, reflexiona sobre temas muy actuales (el control gubernamental, la inmigración, la clonación) y mezcla con acierto la ciencia-ficción con la fantasía en un duelo final con el malvado Glimmung por liberar el planeta. Obra perfecta para introducirse en la lectura de este interesante autor, el cual siempre buscó nuevos horizontes y formas de expresión sin repetir fórmulas y, a la vez, sin renunciar a los temas que siempre le obsesionaron. 

Por desgracia, el mundo que vivimos se parece demasiado a todo lo malo que predicen estas obras y casi nada a lo bueno que podría ser. En manos de todos está cambiarlo... ¿O no?