Vista parcial de la Gran Vía |
Si se prefiere una visita turística hay cosas para ver y no acabar: museos, de los que recomiendo el Prado y el Thyssen porque hay para todos los gustos; monumentos, como la puerta de Alcalá, Cibeles y mis favoritos que son La Almudena, el Palacio Real y el Templo de Debod, Egipto castizo; y lo mejor de Madrid que es pasear por sus calles, la Gran Vía, la Plaza Mayor y, por supuesto, El Retiro.
Que quieres gastar, a la calle Preciados, al rastro o al barrio de Salamanca (a éste último si tienes panoja, claro), que quieres tomar un chisme, hay lugares para todos los bolsillos, igual te tomas un bocata en la calle Payaso Fofó (Vallecas) que unas aceitunas en una terraza en Hortaleza o un pincho en algún local cerca del Bernabéu. Hablando del estadio donde juega el mejor equipo de mundo, hacer el tour del estadio de Chamartín es visita obligada, y aunque te saquen dinero por todo, hay tanto que ver que merece la pena, aunque sólo sea por sentarse en el banquillo.
Palacio de Cristal del Parque del Buen Retiro |
No sé qué tal estarán ahora el Zoo, ni el Parque de Atracciones, ni el Museo de Cera (cerca de la Biblioteca Nacional, uno de los más bellos edificios de la ciudad), pero en mi infancia eran parada obligada para los más pequeños. Ahora está el Parque Warner, que es más espectacular y moderno, pero no tiene el encanto de los viejos parques y está en un desolado páramo lejos de todo.
En fin, que a Madrid hay que ir cuando se pueda, mejor en otoño o primavera, con la tranquilidad que da el estar en la ciudad con el mejor metro del mundo y un transporte público (autobuses y cercanías) más que eficiente. Y si no se puede ir, no recordemos Madrid por las canciones de Antonio Flores o Sabina, que son maravillosas, pero hablan de una ciudad que (por fortuna) ya no existe.
Templo de Debod |